La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón
Howard George Hendricks (1924-2013) Profesor norteamericano
En materia educativa, el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla no solo debe garantizar la nómina de la base trabajadora, que ya hace, sino recuperar verdaderamente la rectoría en el sector.
A propósito del Día del Maestro, este lunes, el gobernador advirtió que en el rubro educativo, no se ceñirá a administrar las ruinas que su antecesor le heredó, sino a impulsar una auténtica reforma que ponga en el centro de las políticas públicas a los niños y jóvenes.
Más allá del discurso, eso es justo lo que se exige al gobierno: uno, recuperar la rectoría del sector y dos, poner en el centro, como eje de toda política pública, no al maestro, sino al estudiante.
El maestro es solo un vehículo para propiciar esa política y, sí, es fundamental garantizarle un salario digno y puntual. En ese sentido, no debe regatearse la importancia de que en estos casi dos años del bedollato, no haya habido incumplimiento gubernamental en ese compromiso. Cierto, a diferencia de la administración de Silvano Aureoles, la de la 4T ha tenido todo el respaldo del gobierno federal.
Empero, mal hará el gobierno bedollista en suponer que con pagar a tiempo y completo el salario a los maestros, ya cumplió y no hay más que reclamarle. Para nada. Ese factor es solo uno de los muchos que encierra una política pública de avanzada en materia educativa, porque además deben garantizarse otros de orden cualitativo, como la revisión continua de los libros de texto, la actualización pedagógica del magisterio, la infraestructura de los centros escolares, la evaluación sistemática de maestros y alumnos por igual, entre otros varios rubros más.
Reasumir la rectoría de la educación, parecería retar a los sindicatos magisteriales. Pues si lo es, ni hablar, es el papel que debe jugar el gobierno.
Con Yarabí Ávila, hoy rectora nicolaita, el gobierno de Bedolla comenzó a dar los primeros pasos en ese sentido. La llegada de Gabriela Molina en su lugar en la Secretaría de Educación, parece llevar la misma tónica de fuerza institucional frente al chantaje sindicalista.
Es lo menos que debe exigirse al gobierno, más allá de su supuesta afinidad ideológica y pragmática con la Cnte. Veremos hasta donde mantiene ese rol y hasta donde es sometida por sus propios sindicatos.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 506 días.
Twitter@jaimelopezmtz