Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella
Joan Baez (1941-?) Cantante estadounidense
El subsecretario de Seguridad Pública, Carlos Arrieta, no se anduvo este martes por las ramas y, tajante, advirtió que el gobierno no permitirá más bloqueos carreteros ni secuestro de vehículos y menos de personas.
Pero no terminaba de emitir menuda advertencia, cuando ya en Arantepacua le lanzaban el reto al gobierno: en el “Foro Nacional e Internacional en Contra de la Represión y Criminalización de las Comunidades Originarias”, se llegaba a la conclusión de que este miércoles se habrán de llevar bloqueos en diferentes puntos carreteros de la meseta purépecha y del oriente de la entidad. El motivo es lo de menos, pero oficialmente será para demandar la liberación de los comuneros de ese lugar que siguen detenidos.
Es decir, se pondrá a prueba la postura gubernamental.
Una posición como la de Arrieta, que evidentemente la expone con autorización del gobernador Silvano Aureoles, no de su ronco pecho, plantea un serio compromiso: no tolerar más bloqueos carreteros y secuestro de vehículos. En una lógica simple, no debiera haber mayor sorpresa, porque esa es la obligación de toda autoridad: hacer valer la ley. Punto. Pero en el contexto de barbarie, de un estado que es modelo de la falta de derecho, donde vale la ley del más fuerte, donde el chantaje impera y no hay autoridad capaz de poner orden, no parece, no es cosa menor asumir tal compromiso.
En primera instancia, podría decirse que en Arantepacua se rieron del amago gubernamental, pero visto a profundidad, me atrevería a alertar que en realidad sí lo están tomando con toda seriedad, es decir, están conscientes de que es altamente probable que Aureoles esté decidido a evitar bloqueos y secuestros de unidades, y por eso lo retarán este miércoles.
La mano que mece la cuna de la asonada indigenista, sabe que Aureoles ha ordenado a sus cuerpos policiacos, en efecto, aplicar la ley y evitar las tradicionales acciones de presión de los grupos indígenas y organizaciones afines. Por lo mismo, esa mano ha ordenado bloquear este miércoles casi todas las carreteras en la meseta purépecha y aún la Zitácuaro-límites con el Estado de México. La mano busca el choque, la confrontación, nada le serviría más que otro río de sangre, acaso otro muerto. Reta al gobierno: si actúa y hay violencia, lo exhibe como represor; si no, queda como timorato.
Como sea, el gobierno no puede dar marcha atrás, no puede recular. Ya fijó una posición, inédita a la luz de la historia de impunidad e inacción que han caracterizado al poder público michoacano, y ahora está obligado a cumplirla. Pero al mismo tiempo debe hacerlo con tal profesionalismo que cumpla la difícil tarea de evitar la ilegalidad de los bloqueos y secuestros, sin obstruir el derecho a la libre manifestación. Más que difícil, ¡es cuesta arriba!, sobre todo porque este miércoles los grupos que cerrarán carreteras tienen como objetivo provocar violencia, generar sangre y, si se puede, propiciar otro muerto, que no vendría mal. Si no, al tiempo.