Las promesas de ayer de los políticos, son los impuestos de hoy
William L. Mackenzie (1795-1861) Periodista escocés
Juan Pablo Celis debe tejer fino para tratar de que no se desgrane la mazorca de cara al proceso electoral. El partido que dirige en Michoacán, Morena, es sin duda el fuerte de la contienda, pero tampoco es invencible y menos, con divisiones internas como la que se cierne.
Leonel Godoy, Raúl Morón y Fidel Calderón, han conformado un grupo que puede ser considerado duro en Morena, pero que mal harán el gobernador Ramírez Bedolla, Carlos Torres Piña y el propio Celis, en soslayar o reducir a simple pataleo el de aquellos.
Godoy, Morón y Calderón demandan al gobernador piso parejo en el apoyo a aspirantes de Morena a cargos de elección popular para el 24. Ramírez Bedolla puede argumentar que no es el jefe del partido, pero su calidad de gobernador desde luego le da un espacio de maniobra de alto nivel en ese sentido.
Y, ya se sabe, sus dos corcholatas favoritas son el propio Torres Piña para el Senado y Luis Navarro García, para la alcaldía capitalina. Pudo ser de mal gusto el evento de hace un par de semanas en el Palacio del Arte, pero Bedolla no hizo nada que no hicieran en su momento cualquiera de sus antecesores. Por supuesto tiene sus aspirantes preferidos, y eso es absolutamente válido en política.
Bedolla tiene un acuerdo político y personal con Torres Piña, y lo cumplirá hasta donde le sea posible: impulsarlo al Senado, que es el sueño del de Paracho. Con Navarro se trata de un acuerdo de brothers, más que político. E, insisto, es válido: ¿qué gobernador no trata de impulsar a los suyos? Leonel Godoy lo hizo en su momento. De hecho, un aparente incumplimiento de compromisos con Fidel Calderón, provocó el rompimiento entre ambos, aunque ahora parece zanjado.
El gobernador debe cuidar el tema del uso de recursos públicos en el respaldo a sus dos preferidos. De hecho, no le vendría mal ordenarle a Torres Piña que baje su ostentosa campaña en espectaculares y unidades del transporte público. Más recatado ha sido Luis Navarro en ese sentido. Pero por lo demás, ni Godoy ni Calderón ni Morón deben llamarse sorprendidos, ni menos indignados, porque Bedolla tenga sus propias corcholatas.
Tratan de amagar, de presionar al gobernador, pero éste tiene su definición. Simplemente no son los tiempos de ninguno de aquellos. Pero esa es la política, tampoco es para que nadie se desgarre las vestiduras.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 441 días.
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