Los políticos honrados se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha
Antonio Gala (1930-?) Dramaturgo español
“Para terminar con el México del horror, de la injusticia garantizada, de la simulación y manipulación, el reino del dinero en las alturas, la catedral del crimen permitido, el imperio de los asesinatos que no debían haber sido, del juego macabro de policías y ladrones que acaban siendo lo mismo, de los políticos gobernantes que solo piensan en hincharse los bolsillos de dinero mal habido, debemos solicitarle a todos los partidos políticos que como candidatos para las elecciones del próximo año deben seleccionar a los mejores perfiles para que la competencia este (sic) rica en ideas y propuestas”.
El texto no corresponde al ideario de ningún militante de algún partido progresista –si es que hay alguno en México-, o de algún ciudadano sin partido harto de todas las “cualidades” que, con fundamento y realismo, se describen en él.
No, es el comentario en Facebook ni más ni menos de Elio Núñez Rueda, quien hace algunos pocos días habría renunciado a su militancia de toda la vida en el PRI para sumarse al Verde.
Remata así su “análisis”:
“En lo que cabe al Partido Verde, ese ha sido su discurso, que sea la sociedad la que se ponga de acuerdo y señale a los dirigente que (sic) candidatos quieren. El partido Verde está contribuyendo al perfeccionamiento de la democracia y desde luego está pensando que en algunos municipios deba ir en alianza con otros partidos”.
A Elio Núñez se le podrá cuestionar lo que sea, menos que no sea un padre solidario con su hijo. Renuncia al partido que le dio todo, posiciones, holgura económica, poder, en aras de secundar a su vástago, el hoy diputado por el Verde, aunque priista también de toda la vida, Ernesto Núñez Aguilar, que está empeñado en apropiarse del partido rémora del tricolor.
Núñez (Aguilar, el diputado) percibió ya que la ausencia de liderazgos fuertes y serios en el Verde michoacano, le abren un campo infinito de posibilidades para volverse el dueño de él y así asegura, muy al estilo de Reginaldo Sandoval en el PT, designar candidatos, serlo él mismo cuando así lo decida, negociar con otros partidos, sentarse en las mesas de acuerdos y negociaciones. Volverse el rey, en pocas palabras. Y está encaminado eficazmente a conseguirlo.
Y su señor padre, Elio, no repara en abandonar su partido de siempre, porque desde luego primero es la sangre, los hilos fraternales, a grado tal de llegar al extremo de fustigar a “su” partido de toda la vida y enaltecer a su nueva casa, pintada de verde pero igual de corrupta que todas las que integran la clase política de este país.
No haría mal Ernesto en hacer todo lo que esté a su alcance para no defraudar a su padre, y ya que éste tuvo los arrestos para darle la espalda al PRI, ahora enaltecerlo con prácticas políticas sustentadas en la ética y la moral. Su padre no menciona por su nombre al “moche”, pero es claro que en su ideario en Facebook lo alude y lo recrimina, y con razón.
Si Ernesto piensa seguir buscando cargos políticos, en congruencia con el esfuerzo de lealtad que hace su padre debiera comprometerse a actuar justo al contrario que como lo hizo en San Lázaro. Hasta ahora, a la vuelta de algunos años ya, no ha dado signos de mejoría en su conducta. Veremos si con el tiempo, al menos por agradecimiento a los apoyos que recibe de la parentela.