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sábado, noviembre 23, 2024

¡VOTO POR VOTO, CASILLA POR CASILLA!

A pesar de las amenazas, no aceptaré la tiranía, sino que lideraré la lucha contra ella.

Benazir Bhutto (1953-2007) Política paquistaní

La exigencia histórica de López Obrador, acuñada como grito de guerra que tan buenos resultados le dio hasta antes de 2018, hoy apunta a revertirse, a jugar en su contra.

Es el ¡voto por voto, casilla por casilla!, con el que cada vez que perdió una elección, y fueron muchas en Tabasco y la presidencial dos veces, amagó al poder en turno, casi siempre saliéndose con la suya, no necesariamente a través del recuento de votos, pero sí con prebendas, posiciones políticas, dinero y hasta reformas legales que allanaron su camino a Palacio con el paso de los años.

Pues hoy los roles están invertidos: el ¡voto por voto, casilla por casilla! vuelve a hacer sonar tambores de guerra y otra vez desde la oposición y contra el poder, pero ahora con Xóchitl Gálvez y López Obrador en las respectivas posiciones. Es decir, el presidente recibirá una sopa de su propio chocolate.

La ex candidata presidencial ha anunciado este martes que demandará al INE el recuento del ochenta por ciento de los votos emitidos el domingo, por la serie de graves irregularidades que comienzan a surgir por doquier  a la hora de comparar números de las sábanas de los resultados de casillas, con los que arrojaron el PREP. Es tal el cúmulo de inconsistencias, que obligan a Gálvez a recular de su posición inicial de admitir su derrota, y ahora demandar un nuevo conteo de votos.

Dicen los enterados que con los candados que ha implementado el INE en los últimos años, para blindar las votaciones, resulta imposible cometer fraude alterando resultados. Así parece. Empero, dos factores obligan al recelo: en enero el instituto contrató a una empresa nueva para que se hiciera cargo de todo el entramado de sistemas de cómputo que controlaría la elección y sus resultados, y esa empresa es propiedad, no lo va usted a creer, ¡del hijo de Manuel Bartlett!, sí, del mismísimo Bartlett, el impresentable protagonista de la caída del sistema del 88 y hoy brazo derecho de López Obrador. El chiste parece contarse solo. Y como segundo elemento a considerar, está el hecho de la renuncia del equipo del INE encargado de la operación del PREP, apenas unos días antes de la elección.

Cada uno de esos factores por sí solo, moverían a sospecha; concatenados, obligan al recuento exigido por Gálvez.

Volvemos, pues, a los tiempos de sospecha de fraude electoral, que hace al menos treinta años habían desparecido. Pero es que con la 4T, todo vuelve al México setentero. Hasta las elecciones.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 118 días; a la pesadilla actual, porque la otra, puede no tener fin.

X@jaimelopezmtz

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