La política es el camino para que los hombres sin principios, puedan dirigir a los hombres sin memoria.
Voltaire (1694-1668) Filósofo francés
López Obrador, un peligro para México, fue una muy exitosa frase mercadológica diseñada por los estrategas panistas en las elecciones presidenciales de 2006. Exitosa, porque sin duda influyó para que el tabasqueño perdiera por estrecho margen la elección ante Felipe Calderón.
Pero de slogan de campaña de ese entonces, se volvió una trágica realidad. Diez y ocho años después cobra dantesca vigencia. Fue premonitoria, pero supusimos que solo era marketing. Craso yerro.
López Obrador deja tras de sí una estela de sangre, dolor, división entre mexicanos, muerte, un país peligrosamente militarizado y en garras de los cárteles criminales; deja como herencia maldita una pulverización del sistema democrático y de la división de poderes.
Tomó un país con muchísimas falencias, pero razonablemente caminando y, sobre todo, con viabilidad para apuntar en la ruta del crecimiento y la consolidación. Entrega a su sucesora un país hecho añicos, desgarrado, al borde de un precipicio donde nos esperan con los brazos abiertos los cubanos, los venezolanos y los nicaragüenses.
Hoy los panistas podrían restregarnos en la cara: odiamos decir, se los dijimos, pero se los dijimos, AMLO era un peligro para México. Y no hay manera de no aceptar que la frase fue premonitoria. Cierto, nos lo dijeron y no lo creímos. Y resultó aterradoramente cierta.
Una vez pasa, dos ya habla de una disfunción mental: luego de tropezar en el 18, lo volvimos a hacer en junio de este año. Nos lo volvieron a advertir: Claudia, también un peligro. Hasta los animales evitan el mismo sitio donde ya cayeron. Los mexicanos no. Si hay vida y condiciones en seis años, acaso volveremos con otro mea culpa: Claudia, el peligro de ser el último clavo en el ataúd. Si no, al tiempo.
Y la pesadilla, la actual, por fin concluyó…pero.
X @jaimelopezmtz