El Ciclo Escolar 2022-2023 está prácticamente concluido, con pinceladas importantes de regularidad y resultados visibles conteniendo la marea de ingobernabilidad que solía anegar cualquier esfuerzo por hacer funcionar al sistema educativo michoacano como los de las demás entidades federativas de la nación. Esa etapa parece estar por ahora conjurada. En contraste, seguimos acumulando calendarios escolares sin que haya mayores indicios de avances en los indicadores educativos estatales, que permitan a las niñas, niños y jóvenes de la entidad cursar trayectorias completas en el sistema educativo, aprendiendo hasta alcanzar la mejor versión de sí mismos.
Un ciclo escolar va y otro llega sin que haya verdaderas mejoras en el sistema educativo que impacten directa y favorablemente al estudiantado. Por ejemplo, está presente el sinsabor de no haberse impactado plenamente al aprendizaje, sino que solamente se han solucionado cuestiones periféricas a las aulas, mientras siguen sucediéndose afectaciones cotidianamente a los derechos educativos de las generaciones en formación.
Como ejemplo, la violencia cunde en muchos municipios de Michoacán. La ola de calor ha precedido a la de asesinatos y, con ello, el cierre precipitado de planteles escolares. Apenas se estaban restableciendo las clases en los municipios más afectados por las altas temperaturas cuando se desata la violencia homicida entre grupos de la delincuencia organizada, lo cual impacta frontalmente a la regularidad educativa en estas comunidades. Ejercer los derechos educativos entre el fuego cruzado es una acción de altísimo riesgo y lamentablemente, el estado mexicano no ha sabido salvaguardar las garantías individuales de tal forma que no se pierdan días de clases en el ciclo escolar por las disputas territoriales de delincuentes, quienes siguen siendo dueños fácticos de inmensas extensiones de Michoacán.
Por ello, es momento de tomar decisiones y de establecer acciones que permitan alejarnos de los flagelos de siempre que hacen tropezar y caer de bruces a todos los gabinetes educativos estatales, sin importar su esfuerzo ni sus buenas intenciones. Romper la rueda del eterno retorno implicar, para comenzar que se evalúe dónde nos encontramos, que se especifique a dónde queremos llegar, estipular un plan de acción para alcanzar las metas y objetivos, así como enunciar con claridad qué debemos dejar de hacer para romper inercias. Hacer el Programa Sectorial de Educación 2023-2027 abonaría mucho en este sentido.
Mientras sucede lo anterior, el eterno retorno se manifiesta en muchos planteles escolares, donde no llegan los beneficios. Las redes sociales institucionales de las dependencias educativas se encuentran llenas de peticiones que realizan docentes, directivos y padres de familia, por iniciativa propia, ante la falta de dotación de recursos. También hay un sinnúmero de oficios de petición de apoyo para infraestructura, mantenimiento preventivo y correctivo, así como para equipamiento y material deportivo que invariablemente es negado, aduciendo falta de recursos. Lo que contrasta con las acciones específicas de dotación que se realizan a favor de algunos planteles en la entidad, sin que se transparente adecuadamente cuáles son los criterios para la toma de decisiones de asignación de apoyos, lo cual redunda en inconformidad por parte de los usuarios de las redes sociales.
Funcionarios van y vienen, pero no tenemos aún los resultados que se prometieron. El sábado 01 de julio se cumplieron 21 meses de la actual administración pública estatal y hasta ahora no se ha terminado de implementar la prometida transformación, mientras que ya vienen nubarrones sucesorios, que avizoran tormentas en las cuales el sistema educativo será una vez más, afectado y manipulado.
Los resabios de otros sexenios están frescos aún: los pasos avanzados aparentemente a favor de la rectoría de la educación estatal en realidad respondían a una agenda político-electoral, donde los recursos del sistema educativo eran puestos a disposición de actividades proselitistas, sin importar los inmensos perjuicios generados a la formación educativa de más de un millón de niñas, niños y jóvenes.
Exacerba la preocupación la semejanza de las conductas de los adultos que actualmente ostentan el poder, ya que están mostrando que son proclives a fungir más como políticos que como responsables de la formación de la niñez y la juventud en la entidad, ya que, una vez más, una gran cantidad de funcionarios educativos están inmersos en precampañas muy mal disimuladas.
Es un mensaje contradictorio al sentido común el que ciertos funcionarios se dediquen a bombardear el ciberespacio, especialmente las redes sociales donde antes se solía difundir información educativa, ahora con mensajes proselitistas a favor de aspirantes a puestos de elección popular, acompañados de una fuerte dosis de caudillismo, falacias y de pensamiento mágico: en su parecer, la cercanía, el género, el nombre o hasta el lugar de procedencia deberían de hacernos decantar a favor de apoyarles en sus aspiraciones de secundar al presidente, a senadores, diputados y presidentes municipales.
Ahora, informarse de fechas de inscripción, del calendario escolar y de asuntos relevantes en la comunidad educativa implica leer propaganda descarada en los perfiles de redes sociales del funcionariado. En contraste, romper inercias y construir mejores políticas públicas implica aprovechar inmensamente el tiempo que queda antes de declarar plenamente iniciado el proceso electoral.
Si ponderasen de mejor manera el contar con comunidades educativas bajo su responsabilidad, comprenderían que la mejor forma de honrar la confianza de quien les otorgó la oportunidad de tener un cargo público y de hacer propaganda a la vez es su esfuerzo constante. Sin embargo, prefieren la movilización presencial y vía redes, descuidando frecuentemente sus atribuciones y desgastando innecesariamente a su equipo de trabajo, el cual debería estar avocado plenamente a garantizar los derechos de los estudiantes.
La crítica de la herencia recibida en el sistema educativo, como triste legado ha cundido con base en criterios adultocéntricos: que, si les pagaban o no a los maestros, se les valorizaba o no, que, si los sindicatos estaban con un partido político o no, si había paros de docentes o no. Mucho se ha hablado del tráfico de plazas, de la discrecionalidad en el manejo de los recursos, de que, en los hechos, la educación se ha convertido en la caja grande de los gobiernos subnacionales, pero poco se ha establecido una real comparación entre los indicadores educativos que impactan a las generaciones en formación, ha sido una materia prácticamente inexplorada en la argumentación intrínseca a la narrativa del actual gobierno.
Ello preocupa, porque pareciera que no se tomarán diagnósticos, evaluaciones ni formatos de indicadores ni siquiera para comunicar los avances parciales que pudiesen existir respecto a uno de los periodos más negros que ha vivido la educación michoacana.
También, como parte de las sombras del eterno retorno, entre el magisterio cunde la preocupación respecto a si se seguirá sosteniendo en el largo plazo la serie de medidas contingentes para el pago de las percepciones integrales de los trabajadores de la educación.
El sexenio se termina y la federalización de la nómina educativa no se concreta aún, quedando en manos de la buena voluntad y de la discrecionalidad el que siga dotándosele de suficiencia presupuestal a la partida U-080 periódicamente para solventar las obligaciones financieras de la nómina educativa estatal. Perverso sería condicionar este hecho a cuestiones político-electorales, siendo clave que se les pague en tiempo y forma a los primeros garantes de los derechos educativos de las niñas, niños y jóvenes en la entidad.
Por otra parte, si bien los grupos gremiales y sindicales están mayormente contenidos y carecen del poder de movilización paralizador que tenían años atrás, también es cierto que se encuentran agazapados esperando que se cometan errores por parte de los funcionarios para aprovechar y llamar a la base magisterial a la protesta, con lo cual recuperarían el cauce perdido durante estos 21 meses en los cuales los maestros han cobrado puntualmente. La fragmentación o metástasis que ha manifestado la disidencia magisterial puede advenir en una reunificación contra el gobierno si así lo determinan sus respectivas cúpulas, con lo cual podría retornar con suma facilidad el escenario de paro indefinido y de movilizaciones masivas, en caso de que existan las equivocaciones de la autoridad que den pie a ello. Los fantasmas persisten. Y los comisionados sindicales también.
Sería razonable e inmediato convocar a la ciudadanía a participar en la educación, a manera de arropamiento, legitimación y construcción de gobernanza. Sin embargo, la convocatoria para construir colectivamente la educación que queremos aún no ha emanado de la autoridad educativa, ya que no se han realizado foros abiertos a la participación ciudadana durante el actual periodo gubernamental, lo cual se ha traducido en que, en las escasísimas tribunas que ha habido, solamente asistan y, en el mejor de los casos, opinen actores en franco conflicto de intereses, toda vez que son empleados de la administración pública estatal.
Así, los consejos, comités y organismos veladores de la ética, de la paz y de la honestidad que sostienen operatividad quedan en manos de personas que no pueden sustraerse de sus intereses potenciales, lo cual genera una ilusoria percepción de legitimidad y consenso, que está sustentada en el barro de la endogamia ideológica y de un liderazgo autoritario y tóxico.
Lo anteriormente expuesto da indicios de que sobran evidencias de la posibilidad de incurrir en un nuevo retorno sin generar cambios cualitativos de largo plazo para el sistema educativo estatal, a pesar de las buenas intenciones. Es por lo que hay que generar escenarios distintos, innovar la política pública y aspirar a generar un cambio de etapa en la educación michoacana, toda vez que la fuerza de la inercia puede acabar engullendo las mejores acciones logradas durante los últimos 21 meses.
Es justo pensar en un cierre de etapa y en la construcción de una nueva agenda. En llevar al sistema educativo estatal a un relanzamiento hacia el cumplimiento total de las responsabilidades educativas. Es hora de dejar de acumular logros para adultos y fuera de las aulas para ingresar al corazón de las escuelas a transformarlas como se les prometió, en beneficio pleno de la niñez y juventud en la entidad, quienes merecen un sistema educativo a la altura de sus sueños y aspiraciones.
Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles
*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.