El gobierno de México anunció el lanzamiento de una campaña informativa respecto a la prevención y atención de adicciones entre los infantes y los jóvenes. La prevención correrá a cargo del sistema educativo y la atención del de salud.
Lo anterior se hará en las escuelas del país, mediante la impresión y reparto de guías para padres y maestros, así como 300 millones de pesos en publicidad en espacios públicos.
Debemos decir que, de entrada, el anuncio sí abona, pero no resuelve, porque, quienes están en manos de las drogas pueden estar ya desescolarizados. Recordemos que, sólo 1 de cada 4 jóvenes en edad de cursar educación superior están en las escuelas michoacanas, por citar un ejemplo.
Quizás quienes más requieren esta información son las niñas, niños y jóvenes quienes están fuera de las aulas, a quienes el estado mexicano los abandonó y no les proveyó de condiciones para ejercer plenamente sus derechos educativos: a estar, a aprender y a participar en las escuelas mexicanas, en ambientes propicios para la sana convivencia, libres de discriminación y violencia, con infraestructura, equipamiento, conectividad y el arropamiento necesarios para vivir sus garantías individuales con dignidad plena.
Al respecto, fue exhibido recientemente que el propio gobierno federal no tiene un diagnóstico claro de los fenómenos inherentes a la pérdida de matrícula en el sistema educativo nacional, ni del trasiego de la educación pública a la privada, mucho menos, del gravísimo problema del abandono escolar. El pasado viernes 3, la Presidenta Sheinbaum en su conferencia matutina instruyó públicamente al titular de la SEP a construir un informe sobre la pérdida de matrícula en el sistema educativo nacional. Han transcurrido desde entonces tres ediciones de “la mañanera del pueblo” y no se ha brindado parte al respecto.
Por otra parte, la medida anunciada es insuficiente porque necesita ser parte de una estrategia integral en lo económico, en lo político, en lo gubernamental y en materia de seguridad. Es decir, no basta que se ocupen de informar a los estudiantes respecto a los perjuicios de las drogas. Sino que también es imprescindible que los blinden de la coerción de la delincuencia organizada, no solo para el consumo de drogas, sino para formar parte de la cadena delictiva; por lo que, sobre todo, urge que les provean de las condiciones necesarias y suficientes para poder construir la mejor versión posible de sí mismos, mediante cursar trayectorias completas en el sector educativo. Es axiomático que, quien no sabe cómo producir el pan que se ha de llevar a la boca está condenado vitaliciamente a mendigarlo o a arrebatarlo.
Esperemos se atienda bajo esta perspectiva integral el problema y este anuncio de la campaña informativa sobre los efectos de las drogas en los planteles escolares se consolide, para que se convierta en un sólido eslabón más en la política social de este gobierno, para que a las niñas, niños y jóvenes les depare un mejor destino.
Justo esa es la batalla que debemos de dar: evitar el reduccionismo discursivo que abunda en los fenómenos atendidos superficialmente mediante actos de autoridad que distan mucho de ser políticas públicas. La inseguridad es solamente una consecuencia que flota, proveniente de un tejido social gravemente enfermo. Entre más enfoques reduccionistas existan, más seguiremos insistiendo: la solución es la educación.
Si no hay estrategia integral, esta medida equivale a plantar una puerta con cerradura en una selva, aspirando a que no la rodeen los animales salvajes para seguir con sus planes o a que toquen para que se les abra.
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*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C
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