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lunes, diciembre 23, 2024

AUGURIOS

DR JAIME LPEZ RUn compañero de mi generación, distinguido por bromista y por su buen humor, y que, además, fuera uno de mis más grandes amigos, el extinto doctor Manuel García Duarte, con frecuencia empleaba expresiones campiranas, sonoras y muy agradables. Por ejemplo, cuando el grupo se reunía fuera del ámbito universitario, y él quería participar, decía: “voy a echar mi gato a retozar”. Y emitía su opinión, aderezada con bromas y anécdotas, casi siempre relacionadas con su natal tierra caliente. Ahora, en medio de la actual pandemia, y en mi carácter de muy modesto epidemiólogo, yo también echaré “mi gato a retozar”.

El proceso de la salud enfermedad no considera al hombre como un ser aislado, sino como un ente bio psico social; es un proceso influido por múltiples factores, es complejo, cambia constantemente, y el gobierno y el trabajador de la salud pueden mejorar su curso, actuando desde antes de que se presente la enfermedad, en lo que se llama niveles de prevención, el pan diario de los epidemiólogos.      

Analizando las estadísticas que, desde el mes de febrero del presente año, a diario nos dan a conocer los expertos en el ramo, no puede uno menos que estar realmente preocupado, por el panorama que se avecina. Y los ejemplos de lo que ha ocurrido en otros países nos están abriendo los ojos.

Varias semanas estuve hurgando en la información disponible sobre la pandemia. Y, apoyado por varios colegas y amigos, nos dimos a la tarea de aplicar los pasos que se siguen en la investigación estadística que, afortunadamente, abunda. Así que reunimos, concentramos, clasificamos, tabulamos, organizamos, analizamos e interpretamos hasta donde nos fue posible, los datos obtenidos. Y antes de presentar la conclusión, conveniente es que recordemos que la mejor opinión será la que cada lector emita sobre el particular. Aclaramos, también, que estos datos son los esperados siempre que no haya un factor externo que intervenga; el ejemplo más claro sería el de la aplicación masiva de una vacuna.

Sobra decir que las expectativas obtenidas, seguramente para nada coincidirán con las que espera la autoridad sanitaria y la sociedad en general. Y no concordarán, y para bien, porque son alarmantes. Los dos datos que queremos compartir con el amable lector, son los siguientes:

El primero se refiere al tiempo. Todos sabemos que estamos viviendo los momentos de máxima transmisibilidad, y que para que se alcance una diseminación suficientemente amplia del agente causal, habrá de transcurrir, prácticamente, lo que resta del año.

Y el segundo se refiere a ese dato que implica una posibilidad de sesgo un poco menor, y que es el número de defunciones; este será muy superior al que algunos expertos han calculado, ya que, de acuerdo con este análisis, esperaremos un número de defunciones que rondará los 50,000 en lo que resta del año.

Quisiera, de todo corazón, que se equivoque este gato que hoy eché a retozar.

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