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martes, octubre 22, 2024

DON MELESIO Y EL GRITÓN

DR JAIME LPEZ RHace unos días, circuló, siguiendo las neuronas invisibles de las redes sociales, un video, en el que un candidato al gobierno del estado, llamaba a la unidad, enlistaba las acciones que emprendería su gobierno, y aseguraba que traería a Michoacán la “Cuarta Transformación”, eje central del actual gobierno federal, cuando un grupo de personas entró abruptamente al lugar. Todos gritaban, pero particularmente un señor que avanzó hacia el sitio donde se encontraba el candidato; mientras caminaba, el hombre iba gritando a voz en cuello: “Fuera fulano; aquí no te queremos”.

Debo decir, antes de proseguir, que un servidor, después de una breve y decepcionante incursión en los terrenos pantanosos de la política, se ha incorporado al grupo de los “apartidistas”, lo que no significa que haya estado al margen de los acontecimientos que suceden en el país.

Volviendo al relato, aún resuenan los gritos de un grupo de personas que entró abruptamente al lugar; sobre todo los de un señor que avanzó hacia el sitio donde se encontraba el candidato; el hombre gritaba a voz en cuello: “Fuera fulano; aquí no te queremos”.

La escena me recordó a un campesino de nombre Melesio Tirado quien, allá en mi lejanísima infancia, me comentó que en el rancho donde él vivía, todos los hombres andaban armados. Pero no usaban armas de fuego; llevaban consigo, más bien, armas de las llamadas “blancas”: cuchillos, dagas, tranchetes, verduguillos, y qué sé yo.

Mis ojos se agrandaban escuchando el relato, y en mi mente se movían rancheros paseando en cualquier plaza pueblerina, con camisas blancas sin fajar, detrás de las que se adivinaban toda suerte de armas, como las ya mencionadas. E imaginaba que, cuando había peleas entre dos de ellos, seguramente alcoholizados ambos, la primera acción sería la de enredarse el inseparable gabán en el brazo izquierdo para, enseguida, empezar a moverse como felinos esperando el momento de atacar. Imaginaba, horrorizado, a mis doce años, las tremendas heridas que se causarían, tal como las vi, años después, en el poblado donde pasé un año cumpliendo con mi Servicio Social Obligatorio

Puede usted estarse preguntando ¿qué tiene que ver esto con el abucheo al candidato? Y tiene usted razón, distinguida lectora, apreciado lector.

Lo que ocurre, es que, si con la narración de los peleoneros y de sus armas, yo quedaba amedrentado, la conclusión de don Melesio me dejaba, más bien, pensativo. Así que hoy, setenta años después de aquel relato, no sé si se pueda aplicar en el caso del señor de los gritos.

Don Melesio concluía con esta contundente expresión: “Pero lo malo es que mentras más grande train el arma, más grande es el miedo que se cargan”.

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