Ante la actual situación sanitaria en que está inmerso nuestro país, los mexicanos se preguntan: ¿tenemos un secretario de salud?, ¿quién es?, ¿dónde está? Y la respuesta la tuvo, y nos la dio a conocer, hace varios años, quien era en ese tiempo el sub secretario de salud, el Dr. Jesús Kumate Rodríguez. Hoy la recordé y la comparto con ustedes.
Cuando estuve colaborando con los entonces secretarios estatales de salud, Dres. Eustolio Hernández Vázquez y Roberto Robles Garnica, ambos muy respetados y queridos por mí, tuve la oportunidad de asistir, en múltiples ocasiones, a la Casa de Gobierno, y en reuniones de trabajo, escuchar, y aprender, de altos funcionarios y políticos del país.
En una de tales reuniones, recibimos al maestro Jesús Kumate. En verdad, era un placer oírlo, tanto en disertaciones científicas, como en relatos de la vida común. La agilidad mental y la vastedad de conocimientos de que era depositario el Dr. Kumate, eran impresionantes. Sabía de política, de geografía, de pintura, de escultura, de literatura (recuerdo haberle escuchado decir que, cuando se daban cifras en porcentajes, no debía anteponerse ningún artículo. Que no debíamos decir, por ejemplo: “el 35%…bla bla”; sino solamente decir: “35% bla bla”. Nunca he sabido por qué). Bien, en esa ocasión, después de haber degustado una exquisita comida michoacana, se empezó a hablar de las funciones de un subsecretario.
Recuerdo con claridad las palabras del maestro. Él dijo: “La mejor definición que yo he oído de lo que es un subsecretario, se la escuché, al Presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado”. Cuando empezó su relato, la mayoría de los presentes pusimos atención; algunos dejaron de saborear una nieve que habían servido como postre, y otros, se acercaron para escuchar mejor; aunque, cierto fue también que muchos ya empezaban a caer presas de la modorra post prandial. El Dr. Kumate prosiguió: “Él (refiriéndose al presidente) dijo que un subsecretario era lo más parecido a un perro de rancho”. En este punto, creo que la mayoría de los presentes, o por lo menos quienes poníamos atención al maestro, conjeturábamos, en qué podría estar el parecido. Alguien le preguntó: “¿por lo bravos?” Los rasgos imperturbables del maestro cedieron paso a una discreta sonrisa, pero no contestó. Otro comensal se atrevió a lanzar su inquietud: “Es que les ladran a todos los fuereños”. El Dr. Kumate retomó el relato: ““Dijo el presidente: “es que, a los perros de rancho, los amarran cuando se recibe a una visita; los ocultan, no quieren que salgan, no vayan a importunar a los visitantes. Ah, pero cuando hay que pelear, o cuando la situación está complicada y no saben qué hacer, los dueños de la casa se esconden, y entonces sí sueltan a los perros; ésos son los que echan por delante””.