Las empresas encuestadoras intensificaron sus actividades en México a raíz de que, hace unos cuantos años, la sociedad empezó a fisgonear a través de la única rendija que le ofreció la incipiente democracia mexicana. Y hoy en día, todo mundo hace encuestas.
En nuestro país, catalogadas como serias, existen, por lo menos, 95 empresas (seguramente hay más) que se dedican a encuestar. Están afiliadas a una agrupación que es conocida como la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública, A C. En estos tiempos preelectorales, en ellas se toma el pulso y se mide la temperatura de ese escabroso quehacer, que es la política mexicana.
Los datos que esas instituciones nos ofrecen, en alguna medida, encuadran nuestro pensamiento político; sin embargo, lo ocurrido esta mañana más que orientar al mexicano común y corriente, lo ha puesto a dudar, a veces a disentir y, en muchos casos, a reír.
Y no es para menos. Imagine usted: esta mañana, una de esas empresas, que no aparece entre las afiliadas a la asociación civil citada, publicó en un diario reconocido, como 24 horas, los resultados de su más reciente encuesta. Le doy los resultados para que usted juzgue:
1.- En cuanto al conocimiento que el pueblo tiene de los aspirantes presidenciales, como era de esperarse, los tres candidatos principales son conocidos, o han sido vistos, por más de 90 % de los encuestados (93% conoce a Anaya, 95 de cada cien, a Meade, y mi colontroño, López Obrador, es conocido por 97% de los encuestados). Aun a la Sra. Zavala y a mi tocayo Jaime Rodríguez, los conocen, o saben de su existencia 83 y 76, respectivamente, de cada cien encuestados.
2.- Pero la bomba estalló cuando leímos que la empresa llamada “Numerus” publicó en un diario catalogado como serio, como es “24 horas”, que, a la pregunta de ¿por quién votaría usted?, los encuestados contestaron en la siguiente proporción: por AMLO, 35%; por Meade (¡agárrese!) 29%, y por Anaya, 27%.
Esto me recordó aquella broma que generó tremenda reprimenda, de parte del antropólogo Cárdenas Batel hacia una señora (una entrelucida diría mi madre) que, hace unos diez años, tuvo la osada ocurrencia de destaparlo como candidato a la presidencia de la república. Ahora, Meade debió haber dado tremenda regañiza a quienes, a la manera de Fu man chu, se sacaron de la manga, los risibles resultados. Debió haberles dicho algo como esto: “Oigan, no la amuelen, ni yo me la creo”.