Como todos sabemos, el camino por el que transitaron los actores políticos de la singular comedia que concluyó el seis de junio, estuvo erizado de púas: consultas populares inexistentes, cambios desesperados, decisiones personales, clavados al escritorio, impugnaciones, muertes, políticos zombis, proclamaciones anticipadas, reclamos torpes, ansias de hijos de políticos, de deportistas y hasta de personas del mundo de la farándula. Lo único real para nuestro estado, es que tendremos un nuevo gobierno a partir del uno de octubre del presente año.
Y como el pueblo es muy dado a adjudicar a un político, atributos que muchas veces le son tan ajenos como a su servidor la vocación para ser un sacerdote, a quien empezará a despachar como gobernante en Michoacán dentro de tres meses, se le han atribuido virtudes, a cual más, inexplicables y hasta fuera de sentido.
No negarán ustedes, respetada lectora, amigo lector, que algo, o alguien, nos ha metido en la cabeza que los políticos triunfantes son, por ejemplo, físicamente más altos, aunque algunos sí lo hayan sido (Fox, Cárdenas del Río).
En segundo lugar, y aunque yo no sé si la riqueza material es o no un atributo, pero también nos han dicho que son ricos. Sin ir muy lejos, a mi amigo Fausto Vallejo le atribuían el poseer mil licencias para taxis en el estado.
A los políticos varones, también nos los han endilgado como personas de bella presencia, y los vemos, o por decirlo mejor, las mujeres los ven, más hermosos. Recordemos que, recientemente, a alguno de ellos le decían el “muñeco” y que en los escasos mítines que alcanzaron a organizarle al malogrado Luis Donaldo Colosio, de entre las multitudes salían, a coro, los gritos femeninos de: ¡”Papucho”… papucho”!
Nos han hecho creer también, que son más inteligentes, aunque algunos retacharan por su cenital ignorancia. En este sentido, usted seguramente ya tiene una lista y sabe quién la encabeza. Un servidor se queda con Miguel de la Madrid.
Además, nos los han delineado más jóvenes. Y, en este sentido, viene a mi memoria un gobernante de Michoacán, joven ciertamente, pero que ya no se cocía de un hervor (como decía mi abuelita) y a quien le apodaban el “muchacho alegre”, porque alguna vez dijo que le gustaban las cartas, el tequila y las peleas de gallos.
Nos los pintan, por otra parte, como personas muy activas físicamente. Tuvimos algún gobernante que acostumbraba decir que se levantaba muy temprano a correr, cuando sus aduladores tenían instrucciones de no despertarlo antes de las 10 de la mañana, porque era un fidelísimo seguidor de Morfeo.
Sin embargo, hay un atributo que nunca se le ha endosado a un gobernante. Me refiero al don de la ubicuidad. Y es que ninguno de los 76 gobernadores que han tomado el solio de Ocampo, sea por asalto o por medio de las papeletas, ha sido capaz de estar al mismo tiempo en dos lugares.
Por eso, tras el resultado de la contienda electoral, el pueblo de Michoacán se hace esta pregunta:¿podrá el señor Leonel Godoy gobernar el estado desde el recinto parlamentario de San Lázaro?