“Quiero que viváis sin necesidad y sin ociosidad, en buena policía y doctrina cristiana, sin menoscabo de vuestra obediencia, simplicidad, humildad (…) fuera del peligro de las tres bestias que todo en este mundo destruyen y corrompen, que son la soberbia, codicia y ambición”.
Reglas y Ordenanzas para el gobierno de los hospitales de Santa Fe en México y Michoacán dictadas por Vasco de Quiroga.
Buenas tardes autoridades universitarias, público asistente e invitados[1]:
La Comisión Especial para el otorgamiento de la Presea “Vasco de Quiroga” a través de su Presidente, me ha conferido el honor mediante el cual me dirijo a ustedes en este acto en nombre de los hoy galardonados, privilegio recibido y que hago en los siguientes términos:
Siempre será motivo de satisfacción, desempeñar un trabajo que nos haga sentirnos plenos, en virtud de que se verá como una parte de la felicidad a que todos aspiramos.
Particularmente no había tenido trato personal con mis compañeros recipiendarios, sin embargo, esto no obsta mi admiración hacia ellos; sé de su trayectoria, los pude conocer, escuchar e intercambiar ideas y palabras la semana pasada en una reunión previa a este acto convocada por el señor Rector en cuanto Presidente del H. Consejo Universitario, lo cual fue suficiente para identificarlos a plenitud y conocer el trabajo por ellos desarrollado, de donde derivan los merecimientos para tal designación.
Vasco de Quiroga fue una figura notable por su comportamiento ejemplar manifestado en su austeridad de vida, un hombre excepcional, abogado con gran pasión por el Derecho, sabio juez y gobernante prudente.
Llegó en 1531 a este nuevo mundo recién “descubierto” con una encomienda en su calidad de laico, donde tuvo a buen trato a las personas, en especial a los naturales de esta tierra, los que venían sufriendo abusos y maltratos por parte de los “conquistadores”, a quienes defendió la dignidad, proclamando sus derechos inviolables.
Vasco de Quiroga soñaba con una sociedad nueva, donde cada persona fuera importante, privilegiando la vida en familia; en la práctica impulsó una serie de actividades en diversas poblaciones, las que dieron fruto rápidamente; él estaba confiando en la capacidad de las personas para organizarse y trabajar por un bien común; lo que realizó en Michoacán puede analizarse hoy en función de las mejores teorías económicas actuales sobre desarrollo sustentable.
Ahora que se han puesto en evidencia los rendimientos decrecientes de la burocratización y el gigantismo, el modelo humanista de Vasco de Quiroga puede ser, aún en el siglo XXI, la solución práctica a los problemas sociales que no hemos podido remediar.
El trabajo no lo concebía como un fin en sí mismo, consideraba que la dignidad de las personas y su libertad no provienen sólo de lo económico, sino de aquellos valores que se fomentan en la familia y vida social de cada pueblo.
Contaba con todos los poderes para ejercer de oidor, es decir, integrante de un cuerpo colegiado que se conoció como la Segunda Audiencia, primera autoridad en el gobierno de la Nueva España.
Inició un trabajo intenso lleno de dificultades, se involucró de inmediato en el juicio que se hizo a los integrantes de la tristemente célebre Primera Audiencia que sería condenada y recordada por el abuso de poder que practicó, al dar y quitar encomiendas, sometiendo a esclavitud a los originarios y permitiendo que sufrieran la ignominia de ser herrados en gran número.
Llega a un Mechuacán convulsionado en 1532 desde la muerte de su rey Sinzicha Tanganxuan, cuyo deceso por tortura fue ordenado por Nuño de Guzmán.
Con una mentalidad secular a lo largo de su vida, sobresalió por su pensamiento laico en el ejercicio de su profesión de abogado, juez, oidor e incluso como obispo; ese buen trato que dispensó a la gente y la atinada manera de hacer justicia le llevó a que los nativos le llamaran “Tata”, nombre cariñoso con el que los purépechas designan a su padre.
Efrén Cervantes describe de manera detallada su obra a través de los pueblos-hospitales de Santa Fe, diciendo que procuró el bien integral de las personas y de la comunidad, en estos lugares se impartía la fe cristiana, la enseñanza de oficios y menesteres, la educación y el mejor modo de hacer el culto del campo; se estimulaban las habilidades inclinaciones e intereses de cada uno; se fomentaban la alegría y la verdadera fiesta, el esparcimiento, la cultura, el arte; se instruía sobre política, se practicaba la democracia y gracias a esta mezcla de valores se lograba que todos colaboraran en obtener el bien común, al promover la solidaridad y la responsabilidad. Estos sitios eran verdaderas repúblicas donde todo se poseía en común, permitiendo a sus habitantes estar unidos como un solo corazón y una sola alma.
Gracias a este tipo de vida, Vasco de Quiroga hizo de algún modo posible la Utopía del humanista inglés Tomás Moro.
En su paso por África, sobresalió por su actuación como juez prudente y justo en un mundo cosmopolita en el que convivían personas de muchas naciones y credos; ese periodo de su vida fue notable por su combate a los actos de corrupción.
Sus contemporáneos veían deficiencias en este hombre, llegando incluso a cuestionar su racionalidad, el motivo: que confiaba en la capacidad de cada hombre para desarrollar sus cualidades, siendo capaces de hacer cosas grandes con responsabilidad.
Estudió en la Universidad de Salamanca, donde cursó el bachillerato para luego recibir el título de Licenciado en Cánones, ahí su formación tuvo una fuerte influencia humanista y sus estudios incluyeron la Filosofía y la Teología; me siento orgulloso de ser alumnus de tan ilustre casa de estudios.
Vasco de Quiroga siempre buscó que los demás se guiaran por la Ley, pues el Estado de Derecho es la única forma posible de convivencia entre los hombres; distinguía perfectamente el ámbito religioso del civil, así como lo que constituía un trabajo profesional sin mezclar asuntos internos con externos, buscando siempre el cumplimiento responsable de las obligaciones personales; en cada circunstancia buscó la verdad y la aplicación de la justicia.
Murió agotado y cargado de años, luego de una vida ejemplar de intenso trabajo en favor de muchos, como un promotor social.
Ser hoy merecedores de tan especial Presea, hace redoblar el trabajo realizado en beneficio de nuestros semejantes, nos honra este reconocimiento y es mayor el compromiso que de facto asumimos desde el momento en que fuimos postulados.
Aquel “nuevo mundo” lleno de abuso de poder de hace más de 500 años, parece ser el mismo en la actualidad, pocas diferencias lamentablemente.
Considero a título personal y confío que las virtudes de quien fue el primer obispo de Michoacán, nos animará a todos a ser amantes de la justicia, mejores personas y constructores de una paz verdadera si lo aplicamos en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida.
De tal manera compañeros universitarios, autoridades y público asistente, este, este es el momento, seamos valientes.
[1]Intervención en la Sesión Solemne del H. Consejo Universitario de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo a nombre de los recipiendarios de la Presea “Vasco de Quiroga” el 1º de mayo de 2017.