El pasado viernes santo arrancaron las campañas electorales, en medio de la incertidumbre y las amenazas de los poderes facticos, particularmente del crimen organizado que buscara interferir en este proceso.
Más allá del desarrollo de las campañas electorales en especial por la presidencia de la república, así como las tendencias de las encuestas electorales, lo que está en juego es la indignación del electorado por la situación económica y de violencia por la que atraviesa el país.
Que uno de los cuatro aspirantes a este cargo de elección popular, encabeza las preferencias no es trascendental, lo más importante es que la democracia mexicana no satisface las aspiraciones y las necesidades tanto de la mayoría de la población, así como de una sociedad plural, donde las minorías nacionales compuestas por los indígenas, la comunidad lésbico gay, las personas con discapacidad entre otras.
Los asuntos públicos no caben aun en las urnas en su mayoría y mucho menos en las plataformas electorales de los partidos políticos, a pesar de las pobres propuestas nuevas o viejas para una ciudadanía más demandante de los gobiernos.
Como se sabe la inseguridad pública, la violencia y la mala marcha de la economía que tiene como resultado la desigualdad social, la concentración del ingreso, el empobrecimiento de la mayoría de la población y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y de los ingresos.
De esta manera las demandas y exigencias ciudadanas y sociales chocan abiertamente con las instituciones gubernamentales y públicas cotidianamente generando un hartazgo social contra el gobierno peñista y la clase política en su mayoría corrupta.
No es casual, que en la reciente encuesta de la calidad del gobierno hecha por el Inegi, los partidos políticos cuentan con solo un 16 por ciento de confianza de la ciudadanía ocupando el último lugar entre las instituciones gubernamentales y públicas.
Por otra parte, la popularidad del presidente de la republica a caído a los niveles más bajos en la historia reciente del país, producto de los escándalos de corrupción de los gobernadores de todos los colores y sabores y que la impunidad ante estos hechos es el denominador común.
El Sistema Nacional Anticorrupción esta descabezado y por lo tanto no funciona para combatir este problema político y no social como se le quiere hacer creer a la sociedad.
Las campañas electorales están marcadas por el derroche de más de 30 mil millones de pesos y millones de spot en radio y televisión hasta llegar enloquecer a los ciudadanos, son campañas impúdicas y ofensivas para los mismos, aparte de los ataques y las acusaciones entre los candidatos, vacías de contenido para la solución de los problemas nacionales.
Durante noventa días los ciudadanos escucharemos a miles de candidatos a todos los cargos de elección popular decir lo mismo de siempre ante un electorado agotado por la situación política y social del país.
Otros factores jugaran un papel determinante en este proceso electoral como son las redes sociales y la juventud que representa un 30 por ciento del padrón electoral y que se encuentra indignada por los escándalos políticos y esta parte del electorado repudia a los partidos políticos.
Es de esta forma, que independientemente del resultado electoral el día 1 de Julio la realidad del país no cambiara en el supuesto de que el partido en el gobierno pierda como todo lo indican las encuestas electorales.
El país, necesita profundas transformaciones en lo económico, político y social que hoy ninguna de las propuestas electorales pueden llevar a cabo ni en el mediano ni en el largo plazo.
De esta forma la indignación social la puede capitalizar una fuerza política el próximo primero de julio, pero será incapaz de gobernar y sobre todo de transformar la vida cotidiana de los ciudadanos en su mayoría trabajadores y la juventud.
Es por eso, que las aspiraciones sociales no caben en las urnas de esta democracia mexicana deteriorada por el agotamiento del modelo económico, los escándalos de corrupción, la inseguridad pública y la impunidad por parte de la clase política.