La defensa de la democracia hoy amenazada por la contrarreforma del Plan “B” y el proceso de la restauración del régimen político autoritario de López Obrador y su 4T, no solo pasa por defender al Instituto Nacional Electoral (INE), sino también por la profundización de la vida pública democrática del país; la democracia electoral es tan solo un momento que es el acto de la elección de los representantes populares y el poder ejecutivo en todos sus niveles, pero la democracia o la vida democrática es más amplia horizontal y profunda.
Es por ello que la defensa de la democracia va más allá de la elección del 2024 y está por fuera del sistema de partidos; paradójicamente hoy existe una democracia sin partidos políticos democrático es ahí donde el proceso democrático ya no puede pasar por los partidos que tienen el monopolio del acceso al poder.
La movilización ciudadana por la defensa del INE demuestra que es superior a la oferta de los partidos políticos o que se concreta en la promesa de tan solo escuchar por parte de los ciudadanos sus demandas o exigencias para después convertirlas en plataformas electorales pero los mismos personajes de la corrupta clase política encabezarán las candidaturas manchadas en la elección del 2024.
Para los partidos políticos sus candidatos serán los mismos, las corcholatas de Morena que hoy se encuentra en una pugna por la nominación y la designación de López Obrador como el sucesor y qué decir de la alianza “opositora” conformada por los impresentables PRD, PRI y PAN, así como sus dirigentes, Jesús Zambrano, Alito Moreno y MarKo quienes ya se repartieron la nominación de su fantástico candidato o candidata presidencial y que hoy hacen la hipócrita oferta de tan solo “escuchar” a los ciudadanos y nada más pero no tienen la intención de impulsar candidatos surgidos de las organizaciones de la sociedad civil.
En la entrega pasada se propuso exigir a los partidos “opositores” al gobierno de la 4T que registren como candidatos a familiares de los desaparecidos, luchadores sociales y trabajadores comunes y corrientes y a su vez se convoque a una Asamblea Nacional Democrática para discutir un nuevo proyecto de nación alternativo a la 4T.
En este sentido, los trabajadores, las organizaciones de la sociedad civil democráticas, los luchadores sociales, los comuneros y periodistas críticos, así como las organizaciones políticas de la izquierda radical y socialista deben de impulsar un mecanismo de organización independiente que participen en el proceso de la defensa y la insurgencia por la democracia mexicana con la elaboración de un programa alternativo que por lo menos contenga demandas como el aumento de los salarios del cien por ciento, contra la militarización, por la presentación de los desaparecidos, la defensa de los territorios de los pueblos originarios, la defensa del medio ambiente, por una reforma fiscal progresiva, sobre todo un nuevo proyecto de nación que culmine con una asamblea nacional constituyente y una nueva forma de gobierno democrático con mayoría de trabajadores y luchadores sociales.
Para ellos es necesario impulsar foros, encuentros, seminarios y conferencias, así como comités o colectivos en centros de trabajo, escuelas, universidades, colonias y barrios donde se discuta no solo la situación económica y social del país sino también se proponga alternativas de solución a los problemas que golpean a los trabajadores y al pueblo de México para construir una alternativa para el 2024 que vaya más allá de la elección del 2024. Por lo pronto hay que preparar la jornada del 26 de febrero de este año con esta propuesta política.