En medio de la crisis económica, política y social que enfrenta el país bajo el gobierno de la Cuarta Transformación, el que escribe ve necesario hacer algunas consideraciones de carácter político en cuanto a la manera no solo de gobernar de López Obrador, a partir de que ha recibido algunas críticas por sus colaboraciones periodísticas que se publican en diversos medios de comunicación tanto impresos como portales de internet.
El gobierno de López Obrador, ante todo, enfrenta dos tipos de crisis una en el plano interno que es de carácter económico y que encamina al país a una recesión, el aumento del desempleo entre otras cosas, y por el otro lado en el plano exterior la crisis de los aranceles y la migración con su política de capitulación al gobierno de Trump con el acuerdo secreto para obligarlo a detener el flujo migratorio.
Sin embargo, esto no es el tema a exponer en esta entrega, sino la esencia de lo que representa el gobierno de López Obrador, supuestamente de “izquierda” ante la coyuntura actual.
Como lo ha explicado Amlo, su proyecto de gobierno significa la terminación del modelo neoliberal y el inicio de lo que llama la Cuarta Transformación haciendo referencia a las diversas etapas de la historia de México- la lucha por la independencia nacional, la Reforma y la Revolución Mexicana- con esto pretende pasar a la historia como uno de los mejores presidentes del país.
Pero la lucha de López Obrador no llega a ser una grotesca caricatura de lo que fue el gobierno del General Lázaro Cárdenas del Rio con su “Nacionalismo Revolucionario”, la reforma agraria, la educación socialista y sobre todo la expropiación petrolera, joyas del mal llamado y nostálgico “Cardenismo” que tanto invoca López Obrador y su partido Morena.
Y es que el General Cárdenas aparentemente si afecto a los intereses más conservadores y por la coyuntura de histórica por la llegada del fascismo en Europa, se vio obligado a emprender reformas radicales, pero hay que decir que fueron las luchas, huelgas y movilizaciones de los trabajadores de aquella época lo que lo obligaron a esto.
En fin la formación y el desarrollo del sistema político mexicano, principalmente el de partido único autoritario que duro siete décadas en el poder es apasionante y existe una vasta bibliografía sobre el tema que en esta entrega es imposible de analizar.
La diferencia fundamental con López Obrador y su gobierno de la Cuarta Transformación es en primer lugar que no es un gobierno de izquierda, no representan los intereses sociales e históricos de los trabajadores y el pueblo de México.
A demás, en su gabinete lo constituyen prominentes representantes de las cúpulas empresariales que han acumulado y concentrado grandes fortunas a costa de los miserables salarios, la miseria y explotación del pueblo de México.
El proyecto de gobierno de López Obrador no toca ni con el pétalo de una rosa la propiedad privada, ni mucho menos a los grandes capitales, al contrario pone al servicio de sus ganancias el patrimonio y la riqueza nacional mediante los proyectos estratégicos, ha defendido a los capitalistas ante el gobierno de Trump a cambio de la tragedia de los migrantes centroamericanos que huyen de la pobreza y la violencia entre países para convertirse en un vulgar policía en la frontera sur.
Frente al gobierno de lo que fue Hugo Chávez y hoy Nicolás Maduro y con su “socialismo del siglo XXI”, Amlo deja mucho que deber a los 30 millones que votaron por él; no tiene un programa de estatización de los sectores estratégicos de la economía que fueron privatizados durante el periodo neoliberal y ponerlos en manos de los trabajadores para su control y administración de manera democrática, ni siquiera a algo que pinte a “socialismo rosa”.
Equivocadamente hoy millones de trabajadores confían en el gobierno y el partido de la “esperanza de México”, sus intereses están puestos en otra cabeza que no es la suya, como dijo el marxista mexicano José Revueltas en su ensayo “el Proletariado sin cabeza”.
De esta manera la esencia del gobierno de López Obrador tiene dos objetivos, el primero mantener el régimen de producción capitalista- economía de mercado – a costa de la explotación de millones de trabajadores y el segundo reconstruir el régimen político de partido único autoritario de dominación como lo que fue bajo el gobierno del PRI, con una política sumisa a los intereses del gobierno de Trump.
El que escribe no niega su actividad política durante más de cuarenta y cinco años en los grupos o partidos de izquierda radical de ideología trotskista y su participación en un sinfín de movimientos sindicales y sociales independientes en defensa de los intereses de los trabajadores y la lucha por un socialismo democrático no solo en el país sino también a nivel internacional. Esto es navegar contra corriente bajo la 4T.