Durante su campaña, el actual Presidente, en temas turísticos, se comprometió a: evitar una alta concentración en la que el 80% de los turistas visitan sólo 5 destinos del país; se impulsará de manera especial la inversión nacional privada; se realizarán proyectos que respeten y cuiden el medio ambiente para evitar la contaminación de aguas y bahías. Aseguró que las colonias de las ciudades de los centros turísticos contarán con servicios públicos (agua, drenaje, luz, pavimento), pues no se puede permitir que se cuente con hoteles de gran turismo y que los trabajadores tengan una situación precaria. Se trabajará con empresarios del sector para implementar programas de desarrollo urbano en las colonias de centros turísticos.
Así, como en la época de los años sesenta y setenta cuando el modelo de desarrollo turístico de sol y playa estaba en su máximo apogeo, el Presidente anunció ayer la creación de Grand Island Cancún, la inversión en turismo de México más grande en 30 años. El valor de la inversión es por el orden de los 19,300 millones de pesos, dicha obra se ubicará en la Zona Hotelera de Cancún. Se tendrán 3 mil habitaciones. El proyecto consta de 2 etapas, aperturando la primera de ellas en el año 2022 y la segunda fase en 2024. Se estima que la obra genere 4 mil empleos directos y 7 mil quinientos empleos indirectos. Además, se tiene planeada una proveeduría nacional del 95% y al final del proyecto un total de 20 mil empleos creados.
Sin embargo, a pesar de las cifras que en papel lucen excelentes, surgen varias críticas, la primera tiene que ver con la ubicación del proyecto, la zona turística de Cancún presenta un desgaste enorme de sus recursos naturales, es una zona totalmente saturada y que ante la nueva carga de turistas generaría aún más problemas ecológicos. En contra de lo prometido en campaña, se sigue apostando por destinos saturados como es el caso de Cancún y Quintana Roo. Lo más preocupante es que México sigue con un modelo de desarrollo turístico que fue exitoso en los años sesenta y setenta, que generó muchos beneficios para los empresarios y para los funcionarios de gobierno pero que termino dañando el ambiente y sobre todo que no generó desarrollo regional ni mejoras en la calidad de vida de los residentes.
Ante este escenario, el daño ecológico que puede tener Cancún será mayor, tal parece que no hemos aprendido de nuestros errores en materia turística y sobresale la necesidad de anunciar a como dé lugar obras e inversiones que no necesariamente son óptimas.
Queda claro que la inversión es necesaria para el crecimiento económico, pero al menos para esta obra turística, y para la del tren maya, no queda claro si el beneficio social será mayor al costo social. Una vez más se sigue improvisando en materia turística a nivel federal y sobre todo se está terminando por hacer aquello que tanto se criticó en las administraciones anteriores con la diferencia que ahora no se hacen estudios ni justificaciones técnicas y que siguen sin estar exentas de corrupción.
@juanmtello