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miércoles, abril 16, 2025

BRAVATAS DE VIEJOS LODOS

leopoldogonzalesquintanaEn una acción que no sorprende al México informado, y que sirve al máximo usuario del poder para alimentar a la gleba del fanatismo popular, Andrés López decidió romper lanzas y detonar la feroz embestida contra María del Rosario Robles Berlanga.

Los días 13, cuando caen en martes, según las supersticiones en boga del México profundo, son generalmente nefastos y fatídicos: suelen despertar demonios y soltarlos por las calles del pueblo, en busca de víctimas propiciatorias. Rosario Robles no es la excepción: fue detenida el día 13 y ese día conoció las sombras de la prisión. Desde entonces, el juez Delgadillo Padierna (sobrino de Dolores Padierna) se ha tornado más delgadillo que nunca y anda ilocalizable: no se deja ver ni en su propia casa. Por algo será.

Este tipo de acciones, en el inicio de un mandato presidencial, suelen brindar varias señales y prestarse a toda clase de conjeturas.

Miguel De la Madrid (que sucedió en el cargo al que iba “a defender el peso como un perro”) encarceló a Jorge Díaz Serrano; Salinas de Gortari encarceló a Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”; Zedillo encarceló a Raúl Salinas; Peña Nieto encarceló a Elba Esther Gordillo; ahora, López Obrador encarcela a Rosario Robles.

Las decisiones de apariencia espectacular que han tomado algunos mandatarios al inicio de su gestión, han tenido diversos usos y aprovechamientos a través de la historia, dependiendo del contexto en que fueron tomadas: algunas sirvieron para desmarcarse del gobierno anterior; otras, para una ejemplar reprimenda a la intentona de “salirse del huacal”; alguna más, para enviar el mensaje cifrado -sobre todo a los adversarios y “enemigos”- respecto de “quién manda aquí”; quizás otra, para cobrarle facturas al “fuego amigo” y de paso enviar la señal (recordemos que muchos políticos en México hablan con “señales de humo”, porque no conocen otro lenguaje) de que “no se tolerarán -jamás- deslealtades” en el primer círculo.

Pocas veces caemos en cuenta de lo que significa el poder, no ya sólo en términos antropológicos y sociológicos, sino en términos personalísima, cruda y cruelmente psicológicos: su fondo oscuro y perverso, el elemento imprevisible y destructor que mencionan los estudiosos. Es decir, el elemento “demoníaco”, para llamarlo con su antiguo y exacto nombre religioso.

El caso Robles, al margen de que sea o no culpable de los delitos que se le imputan y más acá de la “fachada” de combate a la corrupción que trae consigo, tiene varios componentes nauseabundos: es una venganza política fundada en el encono y el rencor personales (leer mi colaboración anterior “Justicia de utilería”), operada por el inquilino de Palacio y apuntalada por Dolores Padierna y su esposo, René Bejarano, después de haber ascendido a las “ligas mayores”.

El que gobierna “respirando por la herida” del rencor, estima que en 2006 perdió la presidencia de la República como resultado de dos hechos orquestados: (1) los videoescándalos de 2004 en que aparece René Bejarano, secretario particular de López Obrador y “señor de las ligas”, metiendo fajos y más fajos de billetes y de dólares de Carlos Ahumada Kurtz en maletas en las que no cabía ya un alfiler; (2) la supuesta comisión de un “fraude electoral” en su contra, que nunca supo explicar y mucho menos pudo probar.

La pieza clave de aquel enredo habría sido Rosario Robles, aliada de un Cárdenas y pareja sentimental de Carlos Ahumada, quien -se supone- tuvo información de primera mano sobre las videograbaciones y su consiguiente filtración a “Brozo”, el conductor de televisión, para ser transmitidas en cadena nacional.

Estos hechos son el plato fuerte de varios libros publicados desde entonces, incluido el de Carlos Ahumada “Derecho de réplica”.

Esto explica, entre otras muchas cosas, la colocación de las instituciones de justicia del país, no al servicio de la razón judicial sino al servicio de la “razón” política. También explica la confabulación de todo un equipo de gobierno, definido por la víscera caliente, dispuesto a destruir a quien retrasó doce años su llegada al poder.

Pisapapeles

El arte de desatar fieras debe acompañarse, convenientemente, del arte de saber amarrarlas.

leglezquin@yahoo.com

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