En conferencia de prensa, el gobierno del estado afirmó que Michoacán cuenta con una tasa de efectividad del 80% en la resolución de feminicidios. Si bien cualquier mejora en la atención y resolución de estos crímenes es, a primera vista, un avance positivo, la realidad es que el gobierno del estado tiene una deuda monumental con las mujeres y la violencia que enfrentan a diario.
Con datos oficiales (SESNSP), Michoacán tiene una de las tasas más altas de homicidios por cada 100,000 mujeres, con un índice de 4.88, muy por encima de la media nacional, ocupando el octavo lugar. Esta cifra en sí misma es una grave señal de alarma sobre la violencia sistemática que enfrentan las mujeres en esta entidad. Sin embargo, lo que el área de comunicación y la Secretaría de la Mujer (Seimujer) no mencionan es que la gran mayoría de las muertes violentas contra mujeres no son siquiera clasificadas como feminicidios. Lo más grave: más del 88% de las muertes violentas contra mujeres quedan impunes, lo que refleja la ineficiencia de las autoridades para garantizar justicia y proteger a las mujeres.
Entre enero y octubre de 2024, en Michoacán, solo se clasificaron 13 asesinatos contra mujeres como feminicidios, de los 125 homicidios dolosos y 180 homicidios culposos donde las mujeres fueron víctimas, de los cuales más del 88% sigue sin ser esclarecido. Mientras tanto, las autoridades señalan una tasa del 80% de efectividad en la resolución de feminicidios, como si tal cifra fuera un indicador de justicia. ¿No suena esto a burla?
El feminismo ha luchado durante décadas para que se reconozcan las distintas formas de violencia que enfrentan las mujeres, para que se visibilicen sus realidades y, sobre todo, para que las instituciones actúen con la urgencia y el respeto que el tema requiere. Este trabajo ha costado la vida de cientos de miles de mujeres en todo el mundo. En Michoacán, la lucha feminista ha sido crucial para exponer la magnitud de la violencia, pero también ha sido una lucha constante contra un sistema que no termina de reconocer la gravedad de la problemática.
Lo que esta cifra del 80% oculta es la lucha diaria de las mujeres y sus familias, quienes deben recurrir a todas las instancias posibles, inclusive los medios de comunicación y las redes sociales, para que se haga justicia. Son las víctimas quienes, en la gran mayoría de los casos, deben presentar las pruebas ante las autoridades, como si no fuera ya suficientemente doloroso enfrentar la pérdida de una hija, madre o hermana.
Es imperativo cuestionarnos el tipo de feminismo que se está promoviendo desde las instituciones del gobierno estatal. ¿Un feminismo que se conforma con mostrar cifras, sin dar cuenta de la realidad que enfrentan las mujeres? ¿Un feminismo que, al parecer, olvida que el derecho a una vida libre de violencia es uno de los más fundamentales, y que ese derecho sigue siendo violado sistemáticamente? Los feminismos en el poder no pueden seguir ignorando el dolor de miles de mujeres víctimas de violencia. No puede ser que las mujeres en el poder se permitan la tranquilidad de hablar de “efectividad” mientras la impunidad sigue siendo la norma en la mayoría de los casos.
La foto oficial conmemorativa del Día Internacional de la Mujer mostró más frivolidad que el verdadero rostro de las miles de mujeres que hoy en día no tienen justicia. ¿Cómo es posible que las autoridades se congratulen con una imagen superficial de “avances” mientras las mujeres siguen siendo víctimas de violencia sin que haya una política pública eficaz que prevenga la violencia sistemática contra las mujeres? Este tipo de gestos, que buscan mostrar una cara amable del feminismo institucional, en lugar de honrar a las mujeres que siguen luchando por sus derechos, dejan un vacío muy doloroso de cara a la realidad.
El 25 de noviembre, Día Internacional para Erradicar la Violencia contra la Mujer, es un recordatorio de lo que aún falta por hacer. Las cifras presentadas en rueda de prensa no deben cegarnos ante la realidad de la violencia de género en Michoacán, ni hacernos olvidar que detrás de cada número hay mujeres, familias y comunidades que siguen luchando por justicia.
