SEDUCIENDO CON DÁDIVAS
El presidente Andrés Manuel López Obrador asegura con alterada pasión (ante públicos afectos, y frente a medios masivos de comunicación) que ya distribuyó, o está derramando, o va a repartir, dinero a niños, jóvenes, campesinos, obreros, mujeres, o a adultos mayores.
Enardecido y obsequioso, AMLO prorratea centenas de miles de millones de pesos del erario, no para la producción, sino para sostener simpatías a su persona.
Dice AMLO que todo ese dineral, en derrama popular, lo obtiene de su lucha contra la corrupción, provocada por administraciones próximo anteriores a su mandato; y él garantiza la permanencia de esas dádivas en su ejercicio.
A la intención presidencial contra la corrupción debemos apoyarla todos; para acabar, o al menos reducir drásticamente, ese grave mal de México.
Cuando todos obtengamos significadas resultas en ese empeño a favor de la honestidad, le reconoceremos su esfuerzo al presidente; por mientras, en esas afirmaciones públicas de AMLO observo un error de fondo: los grandes pensadores que se han preguntado ¿de dónde brota la riqueza económica?, ninguno asegura que surja de la lucha contra la corrupción.
Adam Smith, David Ricardo, Carlos Marx, George Stigler, Edmund Phelps, o Paul Romer, cada uno en su tiempo y estilo ideológico, reconoce que es el trabajo humano organizado socialmente el origen de la riqueza económica.
Es bueno el empeño para reducir al máximo los enormes márgenes de corrupción existentes, pero con ello no se resuelven los problemas económicos del país, pues es el trabajo sistematizado de los mexicanos el único que produce capital económico.
Los que sólo reciben dádivas, los que únicamente consumen, las bocas devoradoras sin cerebros ni brazos productivos, presentes o futuros, no generan la riqueza económica requerida.
Si forjáramos una gran productividad de bienes y servicios, de calidad competitiva internacional, después necesitaríamos distribuir justamente esa riqueza, estudiando responsablemente los mejores sistemas distributivos económicos de los países actuales (entre otros, Noruega, Suecia y Finlandia), no para copiarles, sino para considerar su experiencia, y no permitir en México pobreza, ni riquezas extremas sin responsabilidad social.
La lucha contra la corrupción, siendo meritoria, no tiene los efectos que afirma el presidente AMLO, y los miembros de su gabinete que algo sepan de economía deben explicárselo, hasta que lo entienda.
En ese gabinete debe haber democracia. El gran demócrata por su gabinete empieza. Ese equipo no debe ser integrado por un autócrata rodeado de tontos, agachones, timoratos, simples aplaudidores del limitado amo que aceptaron.
Enséñenle al presidente que, desde Aristóteles, existe la economía política y la política económica; y que México requiere y exige tener una eficiente economía que privilegie el trabajo, y no las dádivas retorcidas del poderoso.