PEDRADAS A SU TECHO DE VIDRIO
Desde el cuartel de la Guardia Nacional en Sonora, el presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró su personalísimo proyecto.
Dijo Amlo: “Tengo una ambición legítima, y voy a lograr mi propósito. Quiero pasar a la historia como uno de los mejores presidentes”.
Y prosiguió: “Voy a heredar un México más justo y más igualitario a nuestros hijos y a las nuevas generaciones; lucho para hacer historia”.
Empero, repitió sus odios contra sus antecesores: “En las administraciones pasadas se buscó el lucro y el beneficio personal, haciéndose de riqueza mal habida, por lo que pasaron a la historia, pero al basurero de la historia”.
El apetito de Andrés Manuel por pasar a la historia no es nuevo; y su pretensión es lícita.
Ello revela que López Obrador tiene como interés primordial: “pasar a la historia”. Su empeño fundamental no es servir al pueblo, esto, sólo es un medio, ya que el auténtico fin es registrarse como personaje histórico.
Para Amlo, la justicia y la igualdad sólo son instrumentos que requiere para llegar a su meta: ser héroe en páginas que registren su “grandeza”.
Ese sentido histórico es de un trastocado. Nuestro actual presidente enzarzó, en su galimatías, el fin con los medios.
Esa es parte de la raíz de sus dislates.
Sólo así se entiende (para señalar un caso) como Andrés Manuel forja pactos con personas como Félix Salgado Macedonio.
Para ambos, “Morena” es una señora que puede usarse. Cuando los dos hablan de “Esperanza”, piensan en otra mujer de la que se puede abusar. Y ya “Chole”, se trata de la dama que les sirve para hacer escarnio.
López Obrador carece de sentido histórico.
Cuando Amlo habla de mentirosos, corruptos e incapaces, que están en el basurero de la historia, escupe para arriba y lanza piedras a su techo de vidrio.
Su gobierno ha resultado tan corrupto como los anteriores.
No sólo con Pío y Felipa, sino que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha dado a conocer los resultados de las auditorías hechas al poder ejecutivo federal respecto al año 2019.
Les prueban inconsistencias con valor cercano a 67 mil millones de pesos en el gasto público.
Les observan irregularidades graves en los tres proyectos claves de su administración: tren maya, refinería de Dos Bocas y Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, con “riesgosas omisiones desde su planeación”.
Según el informe de la ASF, de ese año auditado, se han instado 1804 procedimientos resarcitorios, y 1439 procedimientos administrativos.
A sólo un año de la administración de Andrés Manuel, según cifras oficiales, engordó el lucro y los beneficios personales, amasándose riquezas mal habidas.
Por eso, conforme a la frase (no propia, pero sí plagiada por Amlo) su administración también irá al “basurero de la historia”.
Asegura López Obrador: “Las manchas del ejército son culpa de los civiles”.
Estamos contra esta afirmación, tan absurda, los civiles como los militares.
También es irracional asegurar que “las manchas de los civiles son culpa de los militares”.
Cada uno debe responder por sus culpas, tanto individual como colectivamente.
Otra pifia histórica de Andrés Manuel es faltar al respeto a José María Morelos y Pavón; ya una vez lo confundió con Vicente Guerrero, proclamando que éste era el “autor de los Sentimiento de la Nación”.
El único “Siervo de la Nación” que reconoce nuestra Historia es a Morelos; pero el obradorato ha incubado grotescamente un ejército electorero a los que apoda: siervos de la nación.
Ese ultraje es para nuestro héroe; esa exigua consideración es para la gente que por necesidad busca ese ingreso; ese agravio es para todos los mexicanos; y esa actitud despreciativa afecta al propio codicioso que ansía ser héroe.
Amlo, nuestro héroe conscripto, ha reprobado en las materias fundamentales, con calificación de menos cero.
El PIB descendió a menos 8.5%; hoy tenemos cerca de 400 mil mexicanos menos, muertos por la pésima política de Amlo en salud; perdimos dos millones de empleos; y contamos con 100 mil connacionales menos asesinados por la malísima seguridad pública.