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martes, noviembre 26, 2024

CIENCIA DEL ENGAÑO

Marco A AguilarPODREDUMBRE EN EL PODER

 

Hace ya algunos años que, a solicitud del gobernador de Michoacán Lázaro Cárdenas Batel, el presidente Felipe Calderón Hinojosa declaró la guerra al crimen organizado.

¡Tal era la desesperación y la torpeza por aquellos tiempos!

Los más altos funcionarios públicos del país no distinguían entre qué era la guerra, qué era la represión, qué era la coercitividad del derecho; ni siquiera tenían claras las fronteras de la honradez en el ejercicio del poder público.

¡Pobre México en esas manos!

Empero, en este sexenio lopezobradorista la gravedad del país empeora, y el “rayito de esperanza” no está a la altura de sus profusas y reiteradas promesas.

Michoacán, como gran parte de México, presenta escenarios parecidos a los que por su voluntad vio el Doctor Fausto (personaje de una leyenda nórdica, y tomado por varios escritores, entre ellos por Goethe, 1749-1832) al ordenarle a Mefistófeles que, para conocer la verdad, lo llevara “al abismo de los abismos”, en donde observó “todos los crímenes e inmundicias de los humanos… con sus cadáveres descuartizados y sus sanguinolentos coágulos”.

Ante esa terrorífica realidad, el presidente AMLO dijo: “Lamento mucho estos hechos violentos, tremendos… por la forma en que se realizan estos crímenes… pero no vamos a caer en la trampa de declarar la guerra, que es lo que hicieron otros gobiernos. Aquí en Uruapan es donde empezó todo, en donde se le dio el garrotazo al avispero. Nosotros vamos a combatir las causas”.

Nadie le ha pedido a AMLO que vuelva a declarar la guerra. Ni siquiera le exigimos que cumpla con su falsa promesa de que llegando a la presidencia terminaría con el crimen organizado; compromiso incumplido por candidato mentiroso.

Sí, le demandamos al gobierno mexicano (a sus dependencias competentes) que de inmediato ataque los efectos y las causas de tantos delitos graves que se siguen cometiendo en nuestro país, día a día, e imponga certeras y prontas medidas de prevención.

Porque ahora el garrotazo presidencial se da a los mexicanos, en lugar de dárselo al avispero criminal; pues es demagogia decir que se van a atacar las causas del delito, sin aplicar la coercitividad o fuerza del derecho a los delincuentes por sus actos ilícitos.

Antes las procuradurías, y ahora las fiscalías, no hacen nada ante el crimen organizado, sólo le dan el carpetazo y lo archivan para la eternidad.

Proporcionalmente la 4T de AMLO con su amor y paz ha producido más cadáveres que la guerra de sexenios anteriores.

La ciencia del engaño usada por el actual presidente (al repetir y repetir lo mismo como disco rayado con mentiras y verdades) dogmatiza con esas mantras redundantes los sentimientos de la masa.

“Yo no vine en avión, pues ofendería al pueblo de México”, y esto lo ha expresado más de 300 veces; pero el avión presidencial, por pésimo manejo, no se ha vendido. Esta torpeza de AMLO también nos ofende a todos los mexicanos.

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