ABATIR AL TIRANO
En ‘Apuntes para mis hijos’, páginas inconclusas, escritas y autorizadas por Benito Juárez (1806-1872) leemos: “Vivo en mi casa sin guardia de soldados y sin aparato de ninguna especie, porque tengo la persuasión de que la respetabilidad del gobernante le viene de la Constitución y de un recto proceder, y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los reyes de teatro.”
Esa visión jurídica y ética juarista no acepta los aparatos militares ni las deformaciones que, a las fuerzas armadas, les ha impuesto la tiranía de López O.
Juárez no aceptaba ni escolta de soldados ni dispositivos de fuerza de ninguna especie.
Juárez cumplía y hacía cumplir, cabalmente, la norma Constitucional, pues en ella se funda la respetabilidad del gobernante, cuando éste tiene un recto proceder.
La conducta del presidente Amlo durante el ejercicio de su mandato es, desde muchos aspectos, contraria a la de Juárez.
Andrés vive rodeado de miles de soldados y marinos, muchos de ellos con armas, pero disfrazados de civiles; y éstos lo mismo le sirven para cumplimentar expropiaciones, como para que disuadan a migrantes, en obediencia a las órdenes del gobierno de EU, o para que vayan a dar abrazos (pero no balazos) a las organizaciones delincuenciales afectas y cómplices, o para cuidar a familiares, colaboradores y amigos, mientras la población sufre, como nunca, de inseguridad pública.
En todo lo fundamental fracasó la política del obradorato, porque hasta en sus iniciales y buenas intenciones ha mentido.
Su arraigada herostratitis lo conmina a destruir. Heróstrato pensaba que sólo destruyendo, sería recordado.
Pero el presidente López logró, en su vida, habilidades electoreras, por esa vía está conduciendo sus actuales esfuerzos enfermizos.
Sin importarle la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la cual protestó cumplir y hacer cumplir, se pone a violarla de manera grosera y grotesca, al igual que vulnera las leyes electorales que se ajustan a nuestra Carta Magna.
Fuera de tiempo y fuera de forma, con la investidura presidencial y teniendo como apoyo los 8 billones del erario federal, está participando el presidente López (personal, directamente, y con descaro) tanto en la elección de gobernador en el Estado de México como en la elección de gobernador en el Estado de Coahuila.
Desfachatadamente presiona, aporta, presiona, aporta, para que ganen los candidatos de su movimiento, cuando nuestra Constitución le prohíbe terminantemente participar en cualquier forma en campañas político-electorales, y más anticiparlas.
Entre sus 4 corcholatas han gastado, en sus prolongadas precandidaturas, decenas de miles de millones de pesos que, el tirano López, ha despilfarrado del dinero de los contribuyentes.
Y no sólo se entromete cínicamente en las elecciones mexicanas, estatales y federales, sino en otros países, como en la presidencial de los EU, llamando a los electores estadunidenses a no votar por el precandidato republicano, Ron DeSantis.
Su ilegítima interferencia en Coahuila y el Estado de México debe conllevarle a una sanción, a él, y a sus candidatos cómplices.
La ilegal participación en la elección presidencial estadunidense puede conducir a Andrés Manuel a una Corte Federal de EU, con cárcel y multa.
Como su ilícita intervención política electoral en Perú le costó la declaración del Congreso de ese país hermano, de “Persona Non Grata”; de lo que ha hecho mofa, sin importarle las consecuencias para México.
Justo Sierra (1848-1912) uno de los mejores ministro de Educación que ha tenido México, observó que “la política y diplomacia juarista marcaban siempre la necesidad de guardar un equilibrio”.
El equilibrio que López nunca ha tenido, y que no lo tendrá con su Guadiana, su Delfina, ni con sus nombradas, por él, corcholatas de su 4ª Te-nebrura.