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miércoles, noviembre 27, 2024

CUÍDENSE DE SÍ MISMOS

Marco A AguilarCANDIDATOS QUE ESCUPEN PARA ARRIBA

                                                                                                             

Los tuiteos confrontativos, superficiales y breves, son armas de la campaña presidencial 2018.

Meade abrió fuego con tuiteo dirigiéndolo a Anaya, quien mostró incapacidad de encender un auto híbrido; ante ese hecho su texto lacónico y ardiente fue: “Se le acabó la pila”.

Una hora y veinticinco minutos después, Anaya respondía también por tuit: “Son los estragos del gasolinazo que Meade le recetó a México. ¡Lo bueno es que lo sigo viendo por el retrovisor!”

Qué bueno que se tuiteen con enfrentamiento humorístico, sin cuchilladas y sin balazos, lástima que sus mensajes sean tan anodinos como superficiales; empero, en esos mensajes subrayan su personalidad, si es que personalísimamente tuitean.

Es posible que cada candidato a la presidencia pague un dineral a un equipo de tuiteros, pistoleros modernos que disparan con ánimo de matar o herir con palabras al enemigo de su amo.

Sea como sea, en esos mensajes cibernéticos, Meade es más suave y menos agresivo, tiene ingenio gracioso y romo; y Anaya, en cambio, es más áspero y filoso, de ingenio más rápido y burlón.

En los futuros debates, y frente a mexicanos tan agredidos por un gobierno federal que no ha estado a la altura de las necesidades, Anaya lucirá más, sin que esto signifique que sería mejor presidente que Meade.

Las características personales de Ricardo Anaya son propicias para que gane esos debates; sin embargo, los ciudadanos no hemos sido convocados, a esta elección presidencial del 2018, a escoger al polemista más bravucón, sino a elegir a un presidente sensato, honorable, comprometido socialmente con México y la mayoría de los mexicanos, de carácter firme, sin ánimos perversos de venganza, y que no se acueste y despierte pensando cómo hacerle más daño al país y a sus compatriotas.

Retóricamente, también, la agilidad de Anaya será superior a la de López Obrador, quien sus razones tendrá para mostrarse cansado y lento, o por su propia naturaleza y/o por las heridas que en su alma le ha provocado la “mafia en el poder” durante varios lustros.

Si lograra AMLO sacar a esa mafia del poder, lo que nos agradaría a muchos y airearía momentáneamente a México, lo probable es que con ello se iniciará la creación de una nueva mafia en el poder, sedienta de enriquecimiento, bisoña para dirigir buenos cambios, llegando a lo mismo que ahora combate.

Mientras no se genere un nuevo y superior engranaje, un lozano y óptimo sistema, no habrá verdaderos cambios, sino sólo un quítate para ponerme yo.

“Echémoslos del poder por corruptos”, espeta un Anaya ambicioso de poder y denunciado por corrupto.

“Hagamos un inventario de las necesidades de cada mexicano”, aventura un Meade incapaz de saber el tamaño de su dislate.

“Aprobaremos una constitución moral”, celebra AMLO, ignorando que las normas morales son unilaterales, incoercibles, autónomas, e internas.

¡He aquí, a tres candidatos que escupen para arriba!

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