UNA MUJER PRESIDENTE
De manera formal, hasta el momento, se han perfilado tres candidatos a la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos: Dos mujeres y un hombre.
Respecto al candidato varón, casi nadie recuerda ni recordará su nombre. La gente lo ha juzgado como un esquirol promovido por nuestro actual presidente para dividir a la oposición, y para que realice trabajos sucios a favor de Claudia, la corcholata oficial.
Existe, por ende, la altísima probabilidad de que sea una dama la próxima presidente de la república, por primera ocasión en la historia de nuestro país.
¡Vaya responsabilidad para todos!; empero, se observa en un 99.99% que la ciudadanía ya lo decidió, sin emitir votos, pues el 2 de junio, no ha llegado.
Y así, la sociedad acepta con beneplácito esa intención del sufragio. ¡Que sea una mujer!, la presidente.
Preciso, que sea una mujer; ella como una ciudadana en ejercicio de su propia inteligencia, con márgenes de honorabilidad aceptables, sin dogmas partidistas, que se deba al gran océano de ciudadanos libres que por fortuna se han venido manifestando por doquier, y que sea capaz, trabajadora y sincera.
Entendiendo que no existen seres perfectos, debemos votar por el perfil más cercano a esas características.
Su equipo debe ser conformado sin cuotas de género ni de compromisos con pandillas, sino por mujeres y hombres de bien, con actitud profesional, capaces, honrados y con espíritu de servicio para todos.
Partiendo de la realidad, las dos opciones son Xóchitl y Claudia, que puede haber mejores prospectos qué ellas en todo México, estoy seguro de que sí.
Más en este momento, sólo contamos con dos candidatas.
Ahora bien, la candidata Claudia, por su propio decir, es dependiente 100% de un hombre llamado Andrés Manuel, quien lo mismo funge como presidente qué como único jefe de la campaña de su seleccionada.
Claudia únicamente repite lo que su amo le ordena; y, éste, le ha impuesto a todo su equipo, heredándole todo su plan sexenal, y maniatándola a un proceso de continuidad vergonzosa, en picada y en fracaso.
Desconfiemos de los candidatos que más gastan nuestro propio dinero, en su campaña electoral.
Todo el dinero que circula en nuestra nación es reflejo de los bienes y servicios que producimos con nuestro trabajo; y Claudia, a la vista de todos, ha venido gastando miles de millones de pesos y, para colmo, volverá a robar del erario para reponer “sus gastos”.
Claudia tiene en su pasado errores graves, incluyendo pérdidas de vidas. Visita al Papa Francisco, le pide bendecir una rosa de plata que será depositada ante el altar de la Guadalupana; y, antes, públicamente confiesa: “No soy católica ni religiosa”.
Xóchitl dice no depender de nadie, y ojalá así sea. Su campaña va en ascenso. Se inició como ciudadana, sin tener propiamente partido, aunque una alianza de partidos la postula.
Se enfrenta, Xóchitl, a una elección de estado, y debe tener la habilidad para neutralizarla.
Ante la mirada de la población, y frente al derroche milmillonario de su contrincante, se le ve de poco gasto, aunque curiosamente su contraparte informa a las autoridades electorales modestos gastos, muy por debajo de lo que comunica como erogaciones Xóchitl.
Quien mal hace, bien no espere.
El futuro de la política mexicana es el de un gobierno de las mujeres, siempre y cuando se base y sirva a ese elemento dinámico, novedoso y en movimiento: la sociedad organizada, responsablemente libre, que está llenando las grandes plazas de todo el país.