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martes, febrero 4, 2025

DUEÑO DEL ESPEJO

EL ROSTRO DE LA INFAMIA

Talentoso y ameno, Juan Villoro en su libro “El disparo de argón” nos narra lo siguiente: “Un invierno lejano, cuando aún se podían ver los volcanes desde la Ciudad Universitaria, el doctor Antonio Suárez interrumpió su lección de oftalmología para contar una historia que no logré olvidar. Un hombre recorre el desierto y al cabo de días infinitos encuentra un objeto brillante en la arena. Es un espejo. Lo recoge y, al verse reflejado, dice: ‘Perdone, no sabía que tenía dueño’.”

Aquel hombre quedó afectado para no poder distinguirse en un espejo y ni siquiera reconocer ese objeto reflejante, por pasar prolongado tiempo en la soledad de ese espacio agresivo.

Y el poder es un lugar, más devastador que el desierto.

Quien concentra demasiado poder adviene a no reconocerse, por la pesadumbre aislada de su mando prolongado.

Hay un López por allí que en su ilegal ejercicio soberano puede encontrarse con ese espejo, y decirle al tipo que se refleja en esa lámina de cristal bruñido: “Perdone, no sabía que tenía dueño”; así, en masculino, pensando que el reflejado lleva por nombre Donald Trump.

Ambos, ese López y ese Trump se parecen en muchas cosas.

A los dos les encanta comprar a sus lacayos votantes con dinero de erario; se deleitan destruyendo a las instituciones que permitieron su acceso al poder; y, están seguros que no sólo deben demolerlas, sino también necesitan mancillarlas y envilecerlas, hasta saciar, en retroalimentación, a sus masas ilusas.

Algo más, el presidente Trump y nuestro ex presidente López se han apropiado del monopolio del sentido común, teniendo sus propios datos, material eficiente para falsear la realidad a su antojo y provecho.

Desde su propio espejo, el presidente Trump (rápido y furioso) les echó la culpa a sus antecesores, a los presidentes Joe Biden y Barack Obama, del lamentable choque aéreo entre un helicóptero del ejército estadunidense con un avión de pasajeros de American Airlines sobre el Río Potomac, en Washington, Distrito de Columbia, en donde murieron 67 seres humanos.

La breve, expedita y textual sentencia de Trump sobre ese accidente fue: “La culpa de esta dramática colisión aérea la tienen las administraciones anteriores de Biden y Obama, por las formas incluyentes que contrataban a los profesionales de la aviación”.

Y ante la pregunta filosa de una periodista, si no estaba prejuzgando infundadamente en el caso, el presidente Trump agregó contundente: “Lo que afirmo es de sentido común, que es algo de lo que usted carece…”

Nuestro ex presidente López, desde su recordado espejo (y aún en vigencia encubierta) prejuzgaba desde su tribuna madrugadora con “yo tengo otros datos”, sin dar lugar a recurso alguno.

Así, monopolizaba el sentido común, dictando ejecutorias sin tener facultades legales para ello.

¿Quién aprendería de quién?, ¿López de Trump, o Trump de López?

¿Quién es el dueño del espejo?, ¿de quién es el rostro de esa infamia?

Mientras, la presidente Sheinbaum sólo desatina al repetir varias veces, elogiosamente, el nombre de su antecesor, ese López que, escondido, sigue siendo el santo de su devoción.

Agregando la señora presidente: “Yo estoy con la cabeza fría.” ¿Se resolverán nuestros actuales problemas con un cráneo congelado? “Serenidad y paciencia Solín.” ¿La radiofónica frase de Kalimán solucionará nuestros conflictos? “Nuestro gobierno no es de narco terroristas”. ¿Y por qué el gobierno morenista cuida y protege tanto a los cárteles? “La economía de México es muy poderosa, ¿saben por qué?, por el modelo de primero los pobres.” Nuestra economía está abatida, próxima a la recesión; y producir pobres con fines electorales es un crimen de lesa humanidad. “No me falta valentía”. Esta característica aislada, ante nuestros peligros, adolece de sentido. “No estoy sola”. Esto parece ser cierto, detrás de ella está su amo López.

Y agregó Sheinbaum: “El pueblo de México es el mejor pueblo del mundo: trabajador, solidario, fraterno.” Esto es verdad; y por eso, y por más de eso, México merece una presidente responsable y no mentirosa, de talento y no marioneta, estadista y no insensata.

Empero, Trump sigue llevando la batuta en todo. Ordenó que, con México y Canadá, se suspenda hasta el 3 de marzo próximo la aplicación de aranceles; a cambio, Canadá se obligó a cuidar que no pase fentanilo ni droga alguna a EU a través de su frontera, y a que el gobierno canadiense oficialice que los cárteles mexicanos son terroristas. México se obligó a situar permanentemente 10 mil soldados y marinos en la frontera con EU, para no permitir la llegada de ilegales ni de drogas a territorio gringo; y a recibir a los expulsados que el gobierno de Trump envíe a nuestro país.

Trump pone a prueba por un mes al gobierno de México, pero la guerra de los aranceles, disoluta, contagiará al mundo. La infamia sigue, y los espejos también.

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