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miércoles, diciembre 4, 2024

¡EJEMPLOS!, HAY MUCHOS

Marco A AguilarORGULLOSOS DE SU INEPTITUD

                                                                                                                               

El padecimiento se ha generalizado, pero hoy por hoy se observa claramente en la actividad política. Comencemos por el Presidente Donald Trump, ya que es el prototipo de un hombre que, lleno de defectos y limitaciones, se siente muy orgulloso de sí mismo, pues está enamorado de sus incapacidades.

Porque de que es inepto es inepto, en todo lo que corresponde a su ejercicio como jefe de estado del país más poderoso de la Tierra. Ha sido un incapaz de tiempo completo, día tras día; además de que con su exagerada y superficial seguridad, goza humillando a todo el que se le pone en frente y se deja.

En el fondo, a todos les parece temible, pero odioso, y en una de sus recientes ocurrencias está analizando, con un equipo de abogados, si puede indultarse a sí mismo y a algunos de sus familiares cercanos.     ¿Qué el sistema jurídico estadunidense permite hacerse justicia por su propia mano, y en relación a sí, o en vínculo a personas que, por su relación consanguínea o afinidad directa, por impedimento legal está obligado a excusarse?

¡Qué locura de Trump!, pero que orgulloso está de sus ineptitudes.

Y en nuestro zoológico de cristal, acá en el sur del norte, para recordar las geniales inquietudes de fijación en el paisaje humano del dramaturgo estadunidense Tennessee Williams, (1911-1983) no cantamos mal las rancheras.

El Presidente Enrique Peña Nieto está, a no dudarlo, orgulloso de todos sus perfiles, desde los físicos hasta los políticos, pasando por los éticos; con una visión distinta, sobre sí mismo, que la que tenemos el resto de sus compatriotas respecto a él. Y sin darse cuenta de todas sus limitaciones personales, las percibe como cualidades, produciéndole esto una satisfacción personal tan constante, como negativa para México.

Examinemos uno de sus silencio y omisiones, y uno de sus decires y haceres, ambos generadores de su individualísima presunción.

Personalmente ha hecho mutis sobre el socavón en el libramiento de Cuernavaca que ha sido comidilla noticiosa en todo el mundo y, con su reserva, ha provocado un vacío para que otros resuelvan que, sobre el descomunal agujero, se construya un puente, solución que se antoja, a más de errónea, precipitada y fragmentaria. Y esa mudez y desatención parece ser de su agrado.

Su decir y su hacer es respecto a las fuerzas armadas del país, ya que después de romper el papel al subrayar demasiadas veces su “agradecimiento” para ellas, expresó: “… los derechos humanos son un eje de su diario actuar. Sus propios comandantes lo han dicho con toda caridad, ningún integrante de las fuerzas armadas está obligado a seguir órdenes cuando impliquen un delito, una violación a derechos humanos o una infracción a la disciplina militar”.

Hay verdades que, dadas las circunstancias, no se dicen, por los males que ocasionan; y son las que con la conducta eficaz de jefe supremo se cumplen con exactitud cabal.

Sí, o no.

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