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miércoles, noviembre 27, 2024

HIDALGO E ITURBIDE

Marco A Aguilar                                                OPUS NIGRUM; IGNIS NOSTER

 

Ni Miguel Hidalgo ni Agustín de Iturbide fueron perfectos. Cada uno de ellos tuvo cualidades y defectos.

La Historia de México registra a ambos. Cada mexicano requiere mejorar su memoria histórica (en base a hechos y documentos auténticos, y no en simples decires), pues es raíz que sustenta nuestro presente y, en considerable porcentaje, condiciona el futuro que nos espera.

No prejuiciemos sobre Hidalgo e Iturbide. 16 septiembre 1810, inicio de la independencia; 27 septiembre 1821, su consumación. Razonemos críticamente sobre sus hechos y documentos auténticos.

Hidalgo (1753-1811) e Iturbide (1783-1824) se conocieron, sin tratarse directa y estrechamente; la diferencia de edades y sus distintos ámbitos no lo permitieron, pero el desarrollo de sus vidas, respectivamente, los condujo a confronta y, así, dialécticamente el primero fue de los iniciadores de la independencia de la Nueva España respecto a España, mientras el segundo fue de los consumadores de una parte de ese proceso independentista, por razones congruentes, pero innobles.

Hidalgo sembró ideas no admitidas en su tiempo: educar en y para cosas útiles y concretas productivas (en la teología y en todo, como la apicultura, el cultivo de la seda, vacadas y agronomía); luchar contra el imperio napoleónico invasor de las españas; abolir la esclavitud; acabar el sistema de castas; independizar a la Nueva España de la Corona Española; y, devolver, a los pueblos originales, tierras que la conquista española les había criminalmente arrebatado.

Esas convicciones de Hidalgo están documentadas. Por eso le llamaron (y algunos le siguen llamando) “viejo loco”.

En mi caso, prefiero mil veces como modelo histórico a Hidalgo, que a muchos cuerdos que han robado a México.

Hidalgo fue gran sembrador, consciente de que cosecharía su sacrificio. De inteligencia serena y una gran hombría de bien. Le tocó hacer la obra negra, y encendió nuestro fuego nacional: opus nigrum, ignis noster, lo expreso con los latines de Rector del Colegio de San Nicolás de Obispo.

La cosecha correspondió a otros; pero, en el caso de Iturbide, excelente militar, criollo satisfecho de ser rico y propietario de esclavos, nacido en Valladolid, hoy Morelia, siendo acérrimo enemigo de las propuestas de Hidalgo, y vencedor militar de esa insurgencia, consumó la independencia de la Nueva España en contra de una Corona Española que por el lado napoleónico abolía la esclavitud y declaraba a todos los humanos iguales a través de la Constitución de Bayona, y por el lado insurgente español hacía lo mismo, pero más, con su Constitución de Cádiz.

Iturbide, por las mismas razones que luchó contra Hidalgo, consumó la independencia; también como medio para satisfacer su apetito de poder, al soñarse emperador.

De ellos venimos. ¡Honremos sus cualidades!, pero desechemos sus defectos, semillas de la inseguridad, bancarrota y corrupción, del México actual.

 

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