BOZAL PARA PRESIDENTES
Benito Juárez fue prudente en su disertar. Francisco I. Madero fue parco en su decir. Lázaro Cárdenas fue sobrio en su hablar.
Los tres son arquetipos históricos del presidente Andrés Manuel López Obrador, según propia confesión de éste; empero, AMLO carece totalmente de la mesura verbal de sus ejemplos políticos.
Lamentablemente el presidente López Obrador (teniendo cualidades personales) nos resultó locuaz y vanidoso, sin medir para nada las consecuencias de su machacona palabrería.
Ahora indica AMLO: “La mayoría me respalda, y no permitiría un golpe de estado en mi contra… como lo hicieron con el presidente Madero”.
Observo que no hay razón para que él invoque “un golpe de estado”, pues no hay peligro real y presente para ello, y sólo lo denuncia, como un repudiable hecho de hace más de 100 años, con el que AMLO pretende, erróneamente, comparar su realidad, o, acaso, para justificar un futuro golpe de estado organizado por él mismo.
La mayoría de los mexicanos (me cuento entre ellos) ni deseamos ni permitiremos un golpe de estado en contra de ningún presidente de México, incluido el actual, y venga de donde venga.
AMLO debe gobernar constitucionalmente a nuestro país, el tiempo para el que fue electo, ni un segundo menos y ni un segundo más.
Pero también, no creo que la mayoría de los ciudadanos estemos a favor de todo lo que dice y de todo lo que hace, ni de todo lo que calla y omite en su discursear repetitivo y bofo.
Pésima aplicación, por ejemplo, dio AMLO a la frase de Gustavo Madero en cadena nacional a través de su conferencia mañanera: “los periodistas le muerden la mano a quien les quitó el bozal”, adaptando dicha locución histórica a los presentes comentarios críticos de los medios masivos de comunicación al caso reciente de Culiacán.
Con esa expresión ajena, llamó a los periodistas “perros”; se auto designó (engañosamente) como el liberador de ese bozal; y cuando se dio cuenta de su metida de pata, al tratar de remediarla, la agravó: “deben saber que yo respeto y quiero mucho a los perros, pues son muy buenos animalitos”.
En cambio, su pedantería jactanciosa lo llevó a asegurar que la 4T es cristiana, y a compararse con “Jesús Cristo, a quien también atacaron y lo espiaron por estar a favor de los necesitados y los pobres, tal como lo estoy haciendo yo”.
Acaba también de afirmar que “ahí están los conservadores y neoliberales atacándome… a ellos, y a todos, les digo que vamos bien; pues ya hasta entregué mi próximo libro a la editorial, en él digo el cómo voy haciendo la cuarta transformación… pido un año, solamente un año más para cambiar a México”.
Desde hace lustros, AMLO aseveró que con su sola llegada a la presidencia cambiaría a México; y en esto mintió.
Es su derecho y su deber ejercer constitucionalmente su mandato hasta el final de su periodo.
Sólo espero que en su nuevo libro incluya un capítulo sobre “Bozal para presidentes”, tan urgente hoy en día.