TRUMP, DEMONIO QUE GENERA PROBLEMAS
La reciente, tardadita, pero acertada posición del presidente Enrique Peña Nieto frente a la cada vez más agresiva política gringa de Trump (en vínculo a México como su frontera sur latinoamericana) generó unidad nacional en torno a nuestras instituciones.
Esas medidas pasionales y arrebatadas de Donald Trump no son dignas de una presidente de los Estados Unidos de América, país con la responsabilidad de líder del capitalismo mundial, y nación que se engrandece, en la medida que sus vecinos y amigos se engrandezcan también.
Pero Trump no entiende las causas y raíces de ese esplendor americano; no sabe que al estilo del hermoso poema del argentino Bernárdez, lo que esa grandeza tiene de florido, “vive de lo que tiene sepultado”.
Con maldad, Trump decide que el Pentágono se encargue de la construcción del muro entre México y EU, lo que significa un agresión militar a México, a Latinoamérica y al resto del mundo, al hacer de ese organismo militar la autoridad resolutora de esa obra; y al criminalizar la migración elevándola al rango de elemento de guerra.
Trump aseguró que enviaría militares a nuestra frontera, pero por su imposibilidad legal sólo mandará guardia nacional para cubrir con vigilancia militar la línea divisoria de los dos países, lo que representa una provocación a la política internacional sostenida por el eficaz trabajado de la ONU.
Y sólo falta que el presidente de EU, sin tomar en cuenta a su Congreso, formule declaración de guerra a México, y a los países hermanos del resto de América.
Ya no son los jurídicos y tradicionales conductos diplomáticos de EU los que operan en sus relaciones internacionales, sino los vulgares tuiteos de Donald, a quien la humanidad observa como un demonio encanallado.
Claro que, también, los demonios encanallados tienen sus motivos, y Trump ha dicho en su mensaje cibernético: “La ilegalidad que persiste en nuestra frontera del sur es incompatible con la seguridad y la soberanía del pueblo estadunidense”, olvidando que esa “ilegalidad” está causada en gran parte por las políticas gringas, desconociendo que esa “frontera sur” ellos la impusieron violentamente al arrancar a México más de la mitad de su territorio, espacio natural para el crecimiento de nuestro pueblo, ignorando que esa ilegalidad es un rosa con espinas, por beneficiarles económicamente pero crearles algunos problemas, y quien quiera rosas tiene que aceptar espinas, y desdeñando que la mejor “seguridad y soberanía del pueblo estadunidense” se logrará cuando deje de provocar, el gobierno gringo, inseguridad y violación a la soberanía del pueblo mexicano.
Todo eso, a ambos pueblos nos hace más que vecinos, socios y amigos, nos forja como una gran cuenca en donde, para bien, se desarrollan todos los fenómenos sociales.
Pero… hay un demonio encanallado por allá que programa su cerebro para crear, y no para resolver, problemas.