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lunes, noviembre 25, 2024

REALISMO MÁGICO RAMPLÓN

Marco A Aguilar

MÉXICO NO SE HACE EN 6 AÑOS       

                                                    

 

Los recuerdos no pueden ser del porvenir, desde un punto de vistas lógico, formal o dialéctico.

Sin embargo, en el realismo mágico de la escritora mexicana Elena Delfina Garro Navarro (1916-1998), en su novela ‘Recuerdos del porvenir’, el título es tan sugerente como atrevido, al desvanecer (en su narrativa de fondo) leves subyacentes hacia el futuro.

Ese tema, desarrollado, trata de la guerra cristera en el pueblo imaginado de Ixtepec, aldea que resulta ser la narradora en esa obra literaria.

“En cualquier día de mi pasado o de mi futuro siempre hay las mismas luces, los mismos pájaros y la misma ira… Sólo mi memoria sabe lo que encierra… el hombre ama sus pecados… tocaron a la puerta, y detrás de ella preguntaron: ‘¿quién es?’, y respondió aceptando su condición de futuro fantasma: uno que fue”.

Ese realismo mágico fue premiado por la academia, pero más por los lectores.

Pero hay otro tipo de realismo mágico, ramplón y grotesco, en este tiempo de corcholatas morenistas que ambicionan la presidencia de México.

Claudia, Ebrard y Adán, son marionetas del presidente.

Los tres aparecen, cada uno con su foto y su mensaje, en las redes sociales, muros, camisetas, gorras y en grandes espectaculares costosísimos, por todo el país.

Decenas de millones de pesos han gastado (frente a una población necesitada) en una publicidad personalísima, no sólo irrelevante, sino insolente.

Toda su inconstitucional publicidad le ha costado a quienes producen la riqueza nacional; y los publicitados, al hacerlo, han motivado el repudio de la ciudadanía.

Esas tres corcholatas, tardíamente, se han percatado de su error; y el trío, en su explicación, ha incurrida, por separado, en el uso de un realismo mágico chabacano y risible.

Adán asegura que él es rico, y que está gastando su propio dinero. Su confesión implica que está lejos de la austeridad pregonada por su paradigmático amo.

Empero, agrega que él no sabe quién ha pagado esa publicidad excesiva, y que, por ello, ya presentó una denuncia, en la que exige que la quite quien la ordenó. Pero no presenta pruebas de su dicho.

Eso es realismo mágico estilo Adán.

Ebrard afirma que la editorial que publicó su libro es quien ha pagado toda esa publicidad.

Pero la editorial lo desmiente, indicando que ella no tiene registro de ninguna erogación al respecto y, así, lo descalzona.

Ese es el realismo mágico estilo Ebrard.

Claudia asevera que pronto se publicará un libro sobre ella, el que promete ser todo un éxito y, por esta segura expectativa, la editorial y el autor, están costeando toda su campaña.

Una campaña electoral que aún no comienza; y esta corcholata predilecta del dedo presidencial ya se nota fatigada, enfermiza, demacrada, y con cansancio cerebral y expresivo.

El contrato al que se refiere, sobre ese libro futuro, no lo ha podido mostrar.

He aquí, el realismo mágico estilo Claudia.

Esa deformación de la realidad, en la política del obradorato, es una áspera y pendenciera farsa.

Mal para nosotros, los mexicanos, que tengamos un presidente asaz mentiroso que orilla a sus corcholatas a esa indignidad.

Y su vil embuste tiene también un toque fantasioso.

Recordemos, en síntesis, sus promesas de campaña: “En llegando a la presidencia lograré la paz, la cobertura total de salud pública, creceremos económicamente al 8%, los militares a sus cuarteles, la educación pública tendrá cantidad y calidad académica”.

Llegó como presidente, y está por irse. Su realismo mágico no fue un sueño, sino una pesadilla.

Decenas de millones de voces le dicen a Andrés: ¡Nos urge que te vayas!

Ninguno de nuestros graves problemas se resolverá en 6 años, (menos como lo prometió el gran mentiroso); pero sí, se debe y puede comenzar su correcta solución desde el primer día de gobierno, con gente capaz, honorable y con espíritu de servicio social y humanista.

Hasta el momento, hay dos opciones para ello: la primera, Beatriz Paredes Rangel; la segunda, Xóchitl Gálvez.

Mi razonamiento al respecto lo expondré en otro artículo.

 

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