¡UN CAMPO DE EXTERMINIO!
Recientemente, en Jerusalén, cientos de miles de israelíes se manifestaron, durante un día, a favor del pueblo palestino, y en contra del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
¡Algo inusitado!, reconocieron que las víctimas, desde el 14 de mayo de 1948 con la fundación del Estado de Israel, han sido los palestinos; al mismo tiempo denunciaron que Netanyahu es un genocida, criminal de guerra, que debe ser retirado de su cargo, y juzgado de inmediato, por órganos jurisdiccionales israelíes, en conjunción con tribunales internacionales.
Esa postura no fue de gritos ni aspavientos inútiles.
Reflexivos y prudentes explicaron y probaron hechos, y externaron sus maduras opiniones para resolver el problema de fondo; proponiendo que, de inmediato, cese la guerra.
Curiosamente, y casi al unísono, decenas de miles de palestinos salieron a la calle en Beit Lahia, en el norte de Gaza, lanzándose en contra de Hamas, por su violencia suicida e irracional, y a favor del pueblo de Israel, como un pueblo hermano.
¡Parece increíble!, pero fijaron con claridad y precisión su perspectiva: “Por amor de Dios; fuera Hamas, que representa el terrorismo. Queremos el fin de la guerra. Fuera los espías que vendieron nuestra sangre.
Y, frente a la devastadora crisis humanitaria, tienden la mano al pueblo de Israel, “un pueblo como todos los pueblos del mundo.”
Esas asombrosas y dignas actitudes deben causarnos orgullo.
Necesitamos alentar esas formas ecuánimes de pensar. El decoro de los dos pueblos: palestino e israelí, y sus limpios y firmes horizontes, honran a la especie humana.
En México, en cambio, padecemos un gobierno policéfalo, en donde ninguna de las cabezas sirve, al estar retacadas de todos los defectos, y sin brizna de ninguna virtud.
Nuestra economía va hacia la baja; la educación mexicana corre en descenso constante; la política nacional está cada día más enredada; tenemos estancadas nuestras relaciones exteriores; la agricultura se encuentra empobrecida; la información oficial falseada y sin credibilidad alguna; erogamos decenas de miles de millones de pesos en publicidad, sin resultados positivos; vivimos en el caos en materia de energéticos; es un auténtico desbarajuste vergonzoso todo el proceso de la elección para un Poder Judicial, asesinado por la presidencia de la república; y seguridad pública está tan insegura, y en manos privadas delincuenciales.
En el fondo, lo más parecido al gobierno mexicano es una suma del terrorismo de Hamas, con el genocidio orquestado por Netanyahu, y con la soberbia corrupta de Trump, ante quien Sheinbaum se ha rendido, pero con la frente en alto.
La superficie tiene el rostro de la presidente Sheinbaum, tratando a toda costa de defender su política entreguista al EU de Donald, maquillando el campo de exterminio descubierto por mujeres buscadoras de desaparecidos, damas de gran heroísmo.
Ahí, en Teuchitlán, Jalisco, se concentraba y entrenaba a jóvenes para que fueran eficaces delincuentes, se torturaba, se mataba, pero la conclusión oficial es que no era campo de exterminio.
Y… ¿qué es un campo de exterminio?
Los campos de exterminio son amplios predios en donde seres humanos concentran y detienen a grupos de personas para, primero, imponerles trabajos ilícitos y, después, asesinarlos en masa.
Ya durante la Segunda Guerra Mundial, el nacismo alemán los utilizó como fábricas de muerte para millones de judíos.
Establecido el concepto de “campos de exterminio”, resulta absurdo y torpe discutir si el Rancho Izaguirre, sito en Teuchitlán, fue, o no, un campo de exterminio; ya que todos los mexicanos padecemos, y sabemos, como el amplio territorio mexicano ha sido, durante este siglo XX, un auténtico campo de exterminio, con mayor número de asesinatos del crimen organizado en los últimos siete años de obradorato.
Recordemos, con el presidente Fox hubo 60 mil 73 asesinatos de esa naturaleza; con el presidente Calderón 122 mil 319; con el presidente Peña 150 mil 451; con López Obrador 167 mil 336. Éstos son números oficiales.
Y con la presidente Sheinbaum no se pude saber, porque maquilla todo, esconde lo que puede, falsifica datos; disfraza de desaparecidos a los asesinados; afirma que los exterminios no existen ya en México.
Cuando día a día vemos, impasibles y temerosos cómo, en todo el país, mexicanos exterminan a mexicanos, ante la complacencia cómplice de la dupla Sheinbaum López.