LA 4T DE UN ALMO EMBROLLADO
Entre más explicaron lo acontecido en Culiacán, Sinaloa, más se enredaron el presidente Andrés Manuel López Obrador, y los secretarios de Seguridad Pública y de la Defensa Nacional.
“Iban en operativo de rutina, y fueron sorprendidos”, dijo uno. Otro mencionó: “Cumplimentaban la orden de un juez federal”. Mientras el tercero aseguró: “Ingresaron a la casa en espera de que llegara la orden de cateo del juez”.
“Era el ministerio público y la policía”, señaló; “Fue el ejército”, se indicó; “Se trató de un operativo de la guardia nacional”, quedó aseverado.
“No se le alcanzó a detener”, “sí se le arrestó”, “se le aprehendió realmente, pero formalmente no”. “Era para extraditarlo, a pedido de los EU”, “EU no lo ha solicitado”.
Ante ese enredo contradictorio y penoso, hecho por los tres más importantes funcionarios de seguridad pública mexicana, el crimen organizado fue el ganador de esa batalla frente al gobierno federal; y México fue víctima de la torpeza oficial.
Muchos muertos, demasiados heridos, daño en las cosas, afectación grave a los habitantes de esa población y mentiras oficiales del más alto nivel sobre el enfrentamiento, ante la mirada atónita del mundo, y todos descalificando la política de seguridad pública de AMLO.
Y esos actos cada vez más violentos, según la secretaria Sánchez Cordero, “siguen ocurriendo pese a las tareas que el gobierno federal ha implementado”.
“Amor y paz”, “abrazos y no balazos”, “fuchi, guácala”, “atacar las causas y no los efectos”, “no vamos por las cabezas del crimen organizado”, “pórtense bien, si no los acuso con su mamá”, “dar dinero de erario (becas, auxilios, pensiones, limosnas) sin intermediarios, a nombre de AMLO y con transfondo electorero personalísimo.
Más la justificación del presidente AMLO frente al degradante hecho de Culiacán: “Valen más, vidas y amor al prójimo, que una aprehensión”.
¿Por qué, entonces, fueron a ejecutar esa aprehensión? Y el secretario de Defensa confesó que se actuó “precipitada e imprudentemente”; éstas, son las palabras exactas que califican la política real de AMLO: apresurada y azarosa.
La errática conducta de un presidente educa a su pueblo. Todos sabemos, desde ahora, que para evitar las aprehensiones debemos amenazar con eficacia a la mayor cantidad de vidas humanas posibles, pues el presidente por amor al prójimo las impedirá. Y él, inconstitucionalmente, está mandando sobre los jueces que dictan esas órdenes; y, así, las aprehensiones o desaparecen de la constitución o se establecerán nuevas excepciones para no ejecutarlas.
Pero en el caso de Culiacán no se trató de una simple aprehensión, sino se mostró a los mexicanos y al mundo que la fuerza y capacidad de organización del crimen, en nuestro país, es muy superior a las fuerzas armadas que comanda el presidente AMLO con su guasona política al respecto.
Es cierto, antes, “autoritarios enlutaron a México”, pero ahora uno más autoritario enluta más al país, y con más muertos.
Nadie le ha pedido a AMLO que use la violencia, sólo que sepa aplicar, y aplique, la coercitividad del derecho.
Debe aclarar el presidente AMLO si su “doctrina de hermandad” consiste en que él está hermanado con los asesinos, secuestradores, violadores, delincuentes multimillonarios, pobres o de clase media.
El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, en la reciente presentación de su nueva novela “Tiempos recios”, señaló: “un país no se jode en un día”; pero algunos creemos que, en un día como el de Culiacán, la política de AMLO jodió bastante a México”.