MENTIRAS QUE DESTRUYEN A MÉXICO
Mentiras y mentirosos han existido en todos los tiempos, y en todos los sitios ocupados por seres humanos en nuestro planeta.
En los registros históricos de la humanidad hay mentirosos y mentiras de todos los colores, olores, medios, sabores, tamaños, modos, valores, sonidos y propósitos.
Nuestra cultura occidental, dominadora mundial hasta el momento, no está exenta de fingimientos ni de embusteros.
Desde las 135 culturas precortesianas que describió el jesuita mexicano Alberto Valenzuela Rodarte (1904-1964), encontramos en todas ellas la esencia fundacional de sus relatos ficticios:
La leyenda del águila sobre un nopal devorando a una serpiente, sobre un islote en el centro de un lago; esto entre los aztecas.
Para los mayas, el Popol Vuh o Libro del consejo, con las hazañas heroicas de los gemelos Huanahpú y Xbalanque, triunfando a salivazos contra los señores de la muerte.
Entre los purépechas, la Relación de Michoacán, donde su héroe Tariácuri recibe la señal de su dios Curicaveri a través de la división de la parvada de palomas, para ir, cada una de esas partidas, a fundar los cuatro reinos.
¡He aquí tres mentiras maravillosas!, que pasaron en forma oral de generación en generación, mentiras colectivas, anónimas, que sirvieron de raíces étnicas para fortalecerse, y conducir a esas culturas a periodos de paz, y a etapas de guerras, sobre las que, posteriormente, escribieron sus historias con el alfabeto castellano.
Y luego, esas 135 culturas originales fueron obligadas a mestizarse con marinos, soldados y monjes llegados de Europa, portadores de cañones, pólvora, caballos, espadas y cruces españolas, junto con las mentiras propias incubadas en un continente feudal que, en su poderío dogmático religioso, empezaba a vislumbrar el horizonte del renacimiento.
A partir de ahí se ha escrito demasiado sobre las mentiras y los mentirosos en lo que hoy es el territorio mexicano.
Fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra (1765-1827), dominico regiomontano que luchó contra las mentiras y los mentirosos de su tiempo, expresando sus verdades, tanto sobre la Virgen de Guadalupe, morena de piel de tierra, o contra los engaños del federalismo; siete veces fue encarcelado Fray Servando, y siete veces logró escaparse.
José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827) describe con crítica encantadora todo el cúmulo de mentiras de su personaje ‘El periquillo sarniento’ en la Ciudad de México, quien sólo era un tímido reflejo de los grandes mentirosos: los virreyes, los obispos, los ricachones y las damas encopetadas.
Justo Sierra (1848-1912), secretario de Educación, fundador de la Universidad Nacional de México, campechano declarado maestro de América, aseveró: “Nuestra aversión radical a la verdad es producto de nuestra educación y temperamento; por ese mentir, nuestra nación se debilita dentro de la órbita de la civilización humana.”
Octavio Paz (1914-1998), poeta mexicano con merecido Premio Nobel escribió: “Nuestra gran labor sería desterrar a la mentira, pues con ella hemos hecho un daño moral incalculable a México”.
Sara Sefchovich, investigadora y escritora mexicana nacida en 1949, ha escrito el atractivo y detallado libro ‘País de mentiras’, subrayando que en México “La única verdad es la mentira”; aunque, al final de su texto, matiza su aserto con una serie de preguntas.
En fin, todos los engaños y los falsarios en el territorio mexicano requieren de límites normativos de diversos tipos: jurídicos, éticos, científicos, religiosos y de trato social. Sobre todo, los que provienen del gobierno, al ser los más dañinos.
La presidente Sheinbaum ha expresado tantas mentiras en tan poco tiempo, sobre temas delicadísimos, nacionales e internacionales, que se amerita su reflexión respecto al detrimento que le está causando a México. Obsérvese como aparenta ante Trump cerrar la Plaza Izazaga 89, el mercado de mercancías chinas por excelencia, inmueble de los empresarios de la 4T: Elías y Abraham Helfon Daniel, los que seguirán gozando de la protección presidencial.
Obsérvese como los poderes ejecutivo y legislativo de Michoacán afirman, en un proceso legislativo para reformar y adicionar la constitución del estado sobre la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, que “se otorga la autonomía” a esta universidad, cuando desde 1917 se le otorgó la autonomía, antes que a la UNAM, antes que a cualquier otra universidad americana; aseguran aumentar un presupuesto que, en la realidad, reducen; y lo peor, es que a través de un simple artículo transitorio pretenden afectar derechos laborales para todos los trabajadores académicos y administrativos, a base de mentiras.
En el México de 2024 nos urge suprimir, o al menos reducir drásticamente, los tóxicos torrentes mentirosos que provienen de quienes ejercen el poder público en nuestro país; ya que con sus falsedades están corroyendo a la nación entera.