Alerta Comisiones de Nearshoring y Comercio Exterior de la Coparmex sobre efectos devastadores y propone acciones urgentes para proteger sectores clave
La imposición de un arancel del 25% a partir del próximo 12 de marzo a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio por parte de Estados Unidos se perfila como una amenaza real a nuestra economía, como ya ocurrió durante el primer mandato de Donald Trump en 2018, medida que tuvo efectos significativos, especialmente en la industria manufacturera, el comercio internacional y las relaciones bilaterales entre México y su principal socio comercial.
Pese a que no es una medida sólo contra México, sino a todas las importaciones de acero y aluminio que el vecino país realice desde el extranjero, los efectos que experimentamos en aquel 2018 no deben ser subestimados, pues al generar un incremento en los costos de producción de sectores clave como la industria automotriz, la construcción y la manufactura en general, se incrementa el precio final de los productos y se comprometen las cadenas de suministro, destacó Edmundo Enciso Villarreal, presidente de las Comisiones de Nearshoring y Comercio Exterior de la Coparmex Ciudad de México y de Enlace Legislativo de la AAADAM (Asociación de Agentes Aduanales de Aduanas Metropolitanas, Ciudad de México).
La importancia estratégica de estos materiales para nuestra economía y para sectores como la industria automotriz, es que generó más de 4 millones de vehículos y exportó el 80% de su producción, en su mayoría a Estados Unidos durante el año pasado. Un aumento en el precio del acero, derivado de la aplicación de estos aranceles, pondría en peligro miles de empleos y podría afectar la competitividad de nuestra manufactura. Igualmente, la industria de la construcción, que representa el 6.8% del PIB nacional, se vería gravemente afectada por el encarecimiento de los materiales de construcción.
Para Enciso Villarreal la industria automotriz mexicana quedaría en riesgo ante tal medida porque los componentes de un automóvil pueden cruzar la frontera entre México y Estados Unidos ocho veces y en contadas ocasiones llega a duplicarse antes de que el vehículo final sea ensamblado y vendido, debido a la compleja integración de la industria en América del Norte, donde las piezas y subconjuntos se fabrican en diferentes plantas en ambos países antes de llegar a la línea de ensamblaje final.
Algunos ejemplos incluyen motores y transmisiones que se ensamblan en México y luego se envían a EE.UU. para su integración; chasis y carrocerías que cruzan de un país a otro para su estampado, pintado o ensamblado, así como componentes electrónicos, como tableros y sensores, que pueden moverse varias veces entre plantas especializadas. Este dinamismo es posible gracias al T-MEC, que permite el libre flujo de autopartes y componentes sin aranceles, siempre y cuando cumplan con las reglas de origen del tratado.
El agente aduanal destacó que es importante recordar que durante la primera administración del presidente Trump, “la imposición de aranceles a principios de 2018 llevó a respuestas de represalia por parte de países como México, Canadá y la Unión Europea, quienes aplicaron aranceles a productos estadounidenses”. A pesar de que México y Canadá lograron la eliminación de los aranceles en 2019 como parte del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el daño ya estaba hecho porque muchas industrias mexicanas enfrentaron meses de incertidumbre y costos operativos más altos, lo que dañó su competitividad en el mercado global.
Si esta medida es implementada en 2025, México se verá nuevamente ante la necesidad de una negociación urgente y efectiva para proteger a su sector manufacturero porque, a pesar de las dificultades, es fundamental plantear una estrategia clara que permita al país reducir su vulnerabilidad ante estas decisiones unilaterales de Estados Unidos, a la vez que se debe ser consciente de que la dependencia comercial de México de un solo país no debe ser una opción a largo plazo.
La diversificación de mercados es una de las estrategias clave para el futuro, advirtió el experto en comercio exterior, ya que actualmente, el 80% de nuestras exportaciones dependen de Estados Unidos, lo que hace que nuestra economía esté en una situación de alto riesgo ante cualquier cambio en sus políticas comerciales, como ocurre hoy. “Es necesario fortalecer las relaciones comerciales con otras regiones, como Asia, Europa y Sudamérica. Asimismo, se debe promover la inversión en la industria siderúrgica nacional que, aunque produce cerca de 18 millones de toneladas de acero anualmente, sigue dependiendo de importaciones”.
La innovación tecnológica, la automatización de procesos y la promoción de cadenas de suministro regionales también son medidas cruciales para mejorar nuestra competitividad y reducir costos. Además, México debe adoptar una diplomacia comercial proactiva, anticipándose a los cambios políticos y buscando acuerdos estratégicos con aliados comerciales, destacó el experto agente aduanal.
“Es vital que tanto el gobierno de México como los empresarios tomen decisiones informadas y se preparen para enfrentar estos desafíos”, agregó Edmundo Enciso, quien considera que la oportunidad está en nuestras manos para consolidar una economía más independiente, estable y competitiva en el contexto global. “México no puede seguir siendo rehén de la incertidumbre generada por políticas externas. La clave está en fortalecer nuestras bases industriales, diversificar nuestros mercados y estar siempre preparados para adaptarnos y negociar ante un entorno internacional cambiante”, finalizó.