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viernes, marzo 21, 2025

Crisis hídrica en México: la urgencia de adaptar la agricultura para garantizar agua y alimentos

Investigador del IIES de la UNAM Campus Morelia advierte que la escasez de agua en México no es un problema del futuro, sino una realidad que ya afecta a millones de personas

En el marco del Día Mundial del Agua, el Dr. Fermín Pascual, investigador del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Morelia, advirtió sobre la creciente crisis hídrica en el país y sus implicaciones para el consumo humano, la agricultura y la seguridad alimentaria.

Durante su reciente conferencia, destacó que la escasez de agua en México no es un problema del futuro, sino una realidad que ya afecta a millones de personas.

Redistribución del agua: un equilibrio entre la agricultura y el consumo humano

Actualmente, el 76.3% del agua en México se destina a la agricultura, mientras que el abastecimiento público representa solo el 14.8%, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA).

Para el Dr. Pascual, esta distribución podría modificarse mediante la tecnificación de los sistemas de riego, asegurando que los ahorros obtenidos se destinen al consumo humano. «Las concesiones agrícolas pueden reducirse a medida que los productores necesiten menos agua para obtener los mismos rendimientos», explicó.

Además, enfatizó la importancia de sanear y reutilizar el agua de uso doméstico en la agricultura, pues con el tratamiento adecuado puede contribuir al reciclaje de nutrientes y a la producción de alimentos.

El costo oculto de la agroexportación: agua que se va con los cultivos

México se ha convertido en un exportador de agua a través de su agricultura, destinando grandes volúmenes del recurso a cultivos de alto valor comercial, como frambuesa, zarzamora, espárrago y tomate rojo. Estos cultivos, altamente rentables en el mercado internacional, requieren más de 12,000 metros cúbicos de agua por hectárea.

Según el Dr. Pascual, ‘la tecnificación del riego se ha centrado en la producción para exportación, lo que ha generado un cambio de cultivos impulsado más por las exigencias del mercado global que por las necesidades alimentarias nacionales. Además, estos sistemas rara vez se evalúan a largo plazo para verificar su eficiencia operativa’.

En este sentido, el investigador advirtió: ‘En la práctica, enviamos agua a Estados Unidos en forma de productos agrícolas, lo que plantea un dilema sobre la soberanía alimentaria y la soberanía hídrica’.»

La mayoría de estos cultivos se desarrolla en unidades de riego cuya extracción de agua no está documentada oficialmente, lo que las convierte en una «caja negra» en términos de regulación y uso del recurso. Además, los recursos públicos destinados a tecnificar el riego terminan subsidiando indirectamente a los consumidores de otros países, al abaratar su producción de alimentos con el agua de mejor calidad de México.

El actual modelo agroexportador prioriza cultivos rentables para el mercado internacional, pero con un alto costo para la soberanía hídrica y alimentaria de México. La ausencia de regulaciones sobre el uso del agua y el enfoque en la rentabilidad han impulsado una explotación intensiva del recurso, comprometiendo su disponibilidad futura.

Ante este panorama, es urgente explorar alternativas que permitan equilibrar la producción agrícola con la conservación del agua y suelo, garantizando así su acceso para las generaciones futuras. En este sentido, es fundamental replantear el modelo agroexportador y adoptar enfoques sustentables que prioricen la resiliencia ante el cambio climático y la eficiencia en el uso del agua y el suelo.

Estrategias de adaptación al cambio climático para una gestión sustentable del agua

Ante los desafíos del cambio climático, el Dr. Pascual subrayó la necesidad de adoptar estrategias de conservación del agua, protección del suelo y fortalecimiento de la soberanía alimentaria. «El suelo es el mayor reservorio de agua, pero su degradación ha llevado a una dependencia de fertilizantes químicos para sostener la producción», señaló.

Para abordar esta problemática, propuso una serie de estrategias clave:

Conservación del suelo y el agua: Es fundamental implementar políticas públicas que favorezcan la infiltración del agua y la conservación del suelo. Esto incluye la protección de cuencas de captación—no solo las que abastecen grandes presas—, la restauración ambiental y el impulso de prácticas agrícolas que fomenten la retención de humedad en el suelo. Asimismo, enfatizó la necesidad de reducir el crecimiento desmedido de la agricultura protegida y promover métodos de producción que favorezcan la sostenibilidad.

Riego tecnificado y monitoreo eficiente: La implementación de riego por goteo superficial y riego enterrado es clave para minimizar la evaporación y mejorar la eficiencia hídrica. No obstante, es crucial garantizar que los sistemas tecnificados sean monitoreados a largo plazo, evitando la degradación de su funcionamiento y asegurando que el agua realmente se ahorre y se reasigne para otros usos, en especial el doméstico.

Saneamiento del agua y gestión de residuos: Es imprescindible garantizar el cumplimiento estricto de las normativas sobre la descarga de aguas utilizadas en procesos productivos y actividades humanas. Además, se debe fomentar el reciclaje de nutrientes provenientes de estos residuos para reducir la erosión nutrimental del suelo y evitar la contaminación de cuerpos de agua.

Declarar el agua como recurso estratégico de seguridad nacional: Ante un contexto global de incertidumbre económica y comercial, el Dr. Pascual advirtió que el agua utilizada en la producción agrícola podría desperdiciarse si los mercados internacionales dejan de adquirir ciertos productos. «Existe el riesgo de que enormes volúmenes de agua empleados para satisfacer la demanda del mercado terminen desechados por falta de precio o aranceles impuestos a los productos agrícolas, lo que contribuiría a la desecación del país», explicó.

A pesar de los proyectos de tecnificación en distritos de riego prioritarios, en la administración federal actual, aún no existe un plan nacional que regule el patrón de cultivos en función de la disponibilidad de agua y las necesidades alimentarias del país. «El mercado está dictando las decisiones productivas, pero debemos reflexionar si queremos apostar por seguir respondiendo a la demanda externa o lo que el país requiere», señaló el Dr. Pascual.

Barreras políticas y económicas en la gestión del agua

El Dr. Pascual identificó diversos obstáculos que dificultan un manejo equitativo y sustentable del agua en México. Entre ellos, destacó la contradicción entre el impulso a la agroexportación y la necesidad de garantizar el abasto de alimentos básicos. «Los cultivos esenciales tienen precios de mercado bajos, por lo que muchos productores optan por aquellos que generan mayores ganancias en el extranjero, a pesar del impacto en la seguridad alimentaria del país», explicó.

Asimismo, la ganadería intensiva consume grandes cantidades de productos agrícolas, reforzando un modelo productivo orientado a la exportación. «El subsidio a los sistemas de riego, en la práctica, termina beneficiando a otros países, al financiar con recursos públicos la producción de alimentos para el exterior», agregó.

Otro reto es el enfoque tradicional de la educación agronómica, centrado en la producción para el mercado en lugar de modelos sustentables. Finalmente, el investigador enfatizó un problema estructural más profundo: «Como sociedad, seguimos atrapados en la lógica de maximizar la ganancia a corto plazo, sin considerar el deterioro de los ecosistemas».

En este Día Mundial del Agua, el Dr. Pascual hizo un llamado a la reflexión sobre la urgencia de transformar el modelo agrícola mexicano, asegurando que el agua sea gestionada con criterios de equidad, sustentabilidad y resiliencia ante el cambio climático.

Sobre el IIES

El Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad tiene como misión llevar a cabo investigación científica, formación de recursos humanos y vinculación con la sociedad, dirigidas a entender problemas ambientales relacionados con el manejo de sistemas socio-ecológicos, desde ópticas de trabajo disciplinarias, multidisciplinarias, interdisciplinarias y transdisciplinarias. Su fin es contribuir a la construcción de sociedades sustentables capaces de proveer de manera equitativa y justa, satisfactores materiales y culturales sin afectar la capacidad de renovación de los ecosistemas y respetando los procesos naturales que sustentan la vida en el planeta.

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