¿NARCOPRESIDENTE?
Dicen que cuando el río suena, es porque agua lleva.
Esta frase popular podría aplicarse a la situación que está viviendo el presidente López Obrador, de comprobarse que efectivamente existe una relación de su gobierno con cárteles de la droga y que aportaron importantes sumas de dinero en las campañas de 2018 y 2021, para presidente de la República, así como en la renovación de diversas gubernaturas, según lo publicado por los diarios The New York Times, y el Financiero en su columna Sobremesa.
El asunto tiene muy nervioso al presidente, quien en una actitud inexplicable, desde que inició la crisis de las reveladoras publicaciones, no ha presentado una denuncia formal por difamación contra los informativos, especialmente contra el New York Times.
Por el contrario, exige al gobierno de Joe Biden a que se pronuncie sobre el caso y que no permita que artículos como el publicado este día por el influyente rotativo estadunidense, donde la tesis de que ha recibido financiamiento de grupos criminales, se fortalece.
Ante el embate contra el tabasqueño, hace unas horas, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, negó que haya alguna investigación abierta acerca de los posibles vínculos del presidente Andrés Manuel López Obrador con el narcotráfico.
Sin embargo, el hecho de que la administración demócrata de Biden no haya seguido la investigación, no quiere decir que otras instancias como la DEA y medios de comunicación, sigan investigando el caso.
Y así lo harán, que es lo que tiene tan molesto a López Obrador, por ello, en un acto verdaderamente ruin, indigno de un dirigente, dio a conocer en su mañanera el nombre y datos personales de la reportera que realizó la investigación periodística del presunto narcofinanciamiento en 2018 y que aparecerá publicado próximamente.
Sólo López Obrador se ha atrevido a violar flagrantemente y cínicamente la ley de protección de datos personales, sin que haya ninguna consecuencia.
Pero su actitud demuestra su falso humanismo y el infierno que está viviendo que, en su desesperación por verse descubierto, violó la privacidad de la reportera, en momentos en el que las amenazas contra periodistas van en aumento.
Habría que exigirle al aún presidente que antes de irse, aclare muy bien el asunto de lo que lo acusan, porque para los mexicanos de bien, el tener o haber tenido un narcopresidente nos ofende y nos causa un desprestigio internacional, especialmente en naciones verdaderamente democráticas que desde su óptica “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”.
