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El país que describió ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador, dista mucho al que vivimos, al que le heredará a la presidenta electa Claudia Sheinbaum, en exactamente un mes. En un mensaje a los mexicanos donde incluso, realizó una consulta a mano alzada sobre el Poder Judicial, algo inédito; el mandatario omitió abordar el verdadero drama que se vive en México.
Las cifras alegres y maquilladas del sexto informe de gobierno sin duda representan fielmente lo que fue el gobierno que está por terminar, una administración demagoga, deshonesta, llena de privilegios, y desatención de los problemas más sentidos del país, como la violencia y la inseguridad, la ingobernabilidad, el pésimo sistema de salud y un sistema educativo que adoctrina, pero no educa.
El presidente omitió mencionar que su gobierno se perfila a ser el más violento de la historia.
Según reportan: ‘MX: La Guerra en Números’, de T-ResearchMX, detalla que, de acuerdo con el registro de homicidios dolosos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de agosto de 2024, tiempo que lleva la Administración del presidente López Obrador, las fiscalías estatales y federales han registrado 196 mil 287 homicidios dolosos en México.
Tampoco dijo nada sobre los más de 626 mil personas que fallecieron, cifra de la OMS, por el pésimo manejo que realizaron las autoridades durante la pandemia del Covid-19.
Mucho menos mencionó a los más de 1600 niños que murieron en su gobierno por no poder continuar con sus tratamientos oncológicos, porque no había medicamentos.
Desde 2022 no se pagó ni un solo tratamiento para las 66 enfermedades consideradas como catastróficas, incluyendo distintos tipos de cáncer, infartos, cuidados intensivos neonatales o trasplantes, de acuerdo con reportes contables del Fonsabi.
Ni una mención mereció el caso de corrupción más grande de la administración del tabasqueño, donde su amigo Ignacio Ovalle, director de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), fue acusado de corrupción en el 2021, luego de que se revelaron irregularidades en la administración y manejo de recursos destinados a la compra y distribución de alimentos básicos por más de 15 mil millones de pesos, que incluyeron la presunta malversación de fondos, adjudicaciones directas sin licitación y sobreprecios en la adquisición de productos.
También fueron ignoradas las críticas y cuestionamientos sobre los sobrecostos de sus obras insignes, como el AIFA, la refinaría Dos Bocas, y el Tren Maya, obra que es calificada como el ecocidio más grande realizado en el planeta, desde la época colonial.
Y así podríamos referirnos de manera interminable sobre otros graves problemas que aquejan a la sociedad, como los feminicidios, el desplazamiento y desaparición de personas, el asesinato de activistas, defensores de los derechos humanos y periodistas.
Pero ayer, con un gran cinismo, el aún presidente, en el ocaso de su gobierno, sigue imponiendo y hablando de “continuaremos, es decir, se incluye; el obradorato, está a la vista.
Lo que parece inaudito, es que, según investigaciones periodísticas, AMLO cierra su ciclo presidencial con un impresionante 72.6 por ciento de popularidad, como nunca un presidente en la historia.
No le hace que mienta, así lo aceptan y lo aclaman.
