MOMENTO DE REFLEXIÓN
Una vez que han pasado las festividades navideñas y a unas horas de que termine el 2024, es hora que afrontemos la cruda realidad de lo que se avecina el año entrante; no se trata de ser fatalista, pero hay que tener una visión realista de lo que México y los mexicanos deberemos afrontar.
Sin duda, el mayor reto que se vislumbra a corto plazo para la presidenta Claudia Sheinbaum, será entablar una relación de respeto con su homólogo Donald Trump y con Canadá, quienes tienen en la mira excluir a México del Tratado comercial, nuestro país ha dejado de ser confiable para ellos.
Lo cierto es que las amenazas de Trump deben tomarse muy en serio, su segundo mandato será mucho más radical que el primero y su trato a nuestro país, seguramente será irrespetuoso e intolerante, lo que mantendrá muy tensa la relación bilateral.
No hay que soslayar las “bromas” trompistas de querer anexar a México y Canadá como dos nuevos estados de la Unión Americana, o hasta de apropiarse nuevamente del Canal de Panamá, lo que en el fondo demuestran el verdadero propósito intervencionista de Trump; el imperio quiere crecer.
Resulta incomprensible y falta de audacia, la respuesta que dio la señora presidente al anuncio de Trump de designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, los que podría llevar a intervenciones directas, como el uso de drones o fuerzas especiales, en zonas donde operan estos grupos; parecería que los defiende, en lugar de agradecer la colaboración para erradicarlos ¿o acaso no es el propósito gubernamental?
Debe reconocer que las fuerzas de seguridad en México, incluyendo a la misma SEDENA, difícilmente podrían desmantelar el monstruo en que se han convertido los cárteles mexicanos, que tienen presencia en 100 países del mundo y que controlan el 80 por ciento del territorio nacional, por lo que la idea de conformar una fuerza multinacional que ayude a México a erradicarlos no suena descabellada.
Aunado a todo esto, la guerra que se libra en diferentes frentes del país contra grupos del crimen organizado como en Sinaloa, Chiapas, Michoacán y Guerrero, evidencian el verdadero lastre que no se combatió en la pasada administración de López Obrador, y que, por el contrario, pareciera que hubo contubernio y libertad de acción para ellos, lo que debilita la estrategia de seguridad del gobierno Federal.
Lo que sí es real, es que tendrá que haber cambios en la política mexicana en materia económica, de seguridad e inmigración, si es que la señora presidenta quiere llevar la fiesta en paz con el nuestro vecino del norte.
