MIGRACIÓN INFANTIL
Uno de los fenómenos sociales que más se ha incrementado en las últimas épocas es la migración infantil que, en México, aumentó de 2018 a 2024 en un 514 por ciento, según lo dio a conocer la Unidad de Política Migratoria de la secretaría de Gobernación. El sector que más incrementó la afluencia fue de niños de cero a once años de edad.
Resulta realmente lastimosos ver el sufrimiento y las verdaderas travesías que tienen que pasar los niños migrantes que llegan a nuestro país, principalmente de Venezuela, Ecuador, Honduras, Cuba, Brasil y Haití, dejando sus raíces y su cultura.
Este contexto convierte a México en un país de tránsito, destino y retorno, y de acuerdo a información de Human Rights Watch, mil 360 niños fueron separados de sus familias entre 2017 y 2021, mismos que en 2025 no han sido reunificados.
Según la Dirección de Promoción e Información de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM), es necesario abordar el fenómeno migratorio desde una perspectiva de derechos humanos, con un enfoque integral y diferenciado para grupos de atención prioritaria, como son los niños.
Conforme a datos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, “entre 30 y 40 millones de niñas, niños y adolescentes se encuentran en movilidad a nivel mundial, lo que representa al 14.6 por ciento de la población migrante total”.
Los niños y adolescentes migrantes enfrentan una serie de peligros significativos en su travesía. La más cruel es la explotación y trata de personas, ya que los menores son vulnerables a ser explotados en trabajos forzados, la mendicidad y la prostitución.
Por supuesto también son víctimas de violencia física, sexual y psicológica, tanto en su país de origen como durante su tránsito. Además, pueden ser detenidos y deportados a menudo sin la compañía de un adulto, lo que aumenta su vulnerabilidad.
Otro lastre que afrontan es la falta de acceso a alimentos y servicios, que puede llevarlos a problemas de salud grave; y por si fuera poco, son víctimas de discriminación y xenofobia, ya que en muchos casos enfrentan hostigamiento en los países por los que pasan y en los que llegan.
No hay que olvidar que en los campamentos y centros de recepción, pueden vivir en condiciones insalubres y peligrosas, donde en ocasiones los bebes son robados casi de los brazos de sus madres.
Estos riesgos tienen un impacto profundo en su bienestar físico y mental, y es crucial que se implementen medidas de protección y apoyo para garantizar su seguridad y dignidad.
Pasar por México para muchos de ellos, los marcará de por vida y generalmente no de manera positiva.