“El estado en que menos anhelan gobernar quienes han de hacerlo es forzosamente el mejor”
Platón
No sé si calificarlo de decepcionante o de doloroso pero, en cualquier caso, no es un sentimiento personal, sino colectivo. Decepciona y duele porque nos afecta a todos. Hablo de la falta de interés de las autoridades municipales por suscribir un compromiso con la ciudadanía de Michoacán para transitar hacia un gobierno abierto.
El pasado 31 de octubre, el Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción esperabamos la presencia de varios alcaldes o, al menos, de representantes de los ayuntamientos, para la firma del compromiso “Gobiernos Municipales abiertos, transparentes y libres de corrupción: construyendo una cultura de la legalidad”, una convocatoria organizada por la Mtra. Elvia Higuera Pérez en coordinación con Amnistía Internacional.
Sin embargo, solamente Morelia, Jacona y Ciudad Hidalgo hicieron acto de presencia. Es más, “a toro pasado”, se puede decir que la misma convocatoria fue complicada pues el contacto directo con la mayoría de los alcaldes fue prácticamente imposible.
Y no es culpa del Comité Ciudadano que, para presentar este proyecto a los presidentes municipales, se tuviera que pasar por cantidad de funcionarios de primer nivel de los ayuntamientos. Los alcaldes son simplemente innaccesibles.
Ya de entrada, esa situación es lamentable porque es la autoridad más cercana a la población, la que debería estar en permanente contacto con la gente, abierta a las necesidades, convocatorias y hasta charlas con los pobladores. Bien, pues no es así.
Luego, hablando del compromiso, hay que decir no era vinculante (por si les daba temor que, ante un posible incumplimiento, hubiera consecuencias legales); se trataba simplemente de un compromiso de cara a la ciudadanía, un compromiso a través del cual se buscaba generar condiciones para que la población se involucrara en la toma de decisiones de su municipio.
Quizá hay que recordarles a los alcaldes que, cuando el gobierno se comparte con la ciudadanía, se distribuye su peso, se hace corresponsable la población y se legitiman las decisiones tomadas.
Por supuesto que, como bien lo dice Platón, cuando se captura al gobierno es difícil pensar que dicha captura tiene fines nobles o que se persigue el bien común puesto que el gobierno deja de ser eso, común.
Compartir el gobierno con la ciudadanía tiene sus bemoles para quienes no están dispuestos a ejercer la transparencia y la rendición de cuentas; es exponerse a la crítica (ya existente, por cierto) pero siempre sustentada; es abrir las puertas para que la ciudadanía observe y participe; observe y señale; observe y sancione.
En fin, la transparencia y la rendición de cuentas, en primera instancia y los gobiernos abiertos, en segundo luga; son aspiraciones y se muestran solo en las acciones de los verdaderos demócratas.
Sólo tres de 112 se atravieron a firmar ese compromiso, sólo tres.