“Ningún pueblo cree en su gobierno.
A lo sumo, los pueblos están resignados”. Octavio Paz
Durante esta semana la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico dará a conocer un documento en el que se analizan los principales problemas nacionales de México y algunas propuestas de política pública para el próximo sexenio.
En este documento, cuyo contenido se ha ido divulgando en partes, se dio a conocer que la seguridad pública, la impartición de justicia y el combate a la corrupción son focos rojos para el país.
Para la OCDE, por ejemplo, México ocupa el último lugar en combate a la corrupción mientras que las personas que dicen confiar en el gobierno bajaron de 41% en el 2005 hasta 28%, en el 2016.
La desconfianza en las instituciones es uno de los síntomas más evidentes de que la ciudadanía percibe actos de corrupción en la vida pública.
Según el Informe País publicado por el Instituto Nacional Electoral en 2016, el Ejército cuenta con la confianza del 62% de los encuestados, los maestros con el 56% y las iglesias con el 55%. Los encuestados confían un poco más en el gobierno federal que en el gobierno de su estado y municipio (36 frente 30%). Por su parte, la confianza en los partidos políticos y los diputados está por debajo de 20%, y la confianza en la autoridad electoral es de 34%.
El Informe País hace una conclusión interesante respecto a estas dos últimas cifras: “en un estado donde tienden a reportar bajos niveles de confianza en una institución política esa desconfianza se generaliza al resto de las instituciones” (p. 129).
La pregunta es ¿por qué la ciudadanía desconfía de las instituciones? El Informe País no da una respuesta contundente, sin embargo, insinua algunos factores que pueden influir en esta situación: la desconfinaza está relacionada con el nivel de desarrollo humano en las regiones, es decir, los individuos en las regiones y estados más desarrollados tienden a expresar mayores niveles de confianza.
El informe abunda que el ciudadano no ve a los gobiernos como entidades que existen para su beneficio y que los bajos niveles de confianza nos dicen que falta mucho por parte de las instituciones para promover relaciones de mutuo beneficio con la ciudadanía.
Otro factor que podrían explicar la baja confianza a nivel institucional es la falta de alternancia política en el poder.
Finalmente, el Informe País considera que la desconfianza institucional puede también provocar un cierto cinismo ciudadano hacia el sistema político hasta derivar en la apatía.
Lo anterior cierra el círculo vicioso: no creemos en las instituciones y no participamos activamente en su transformación, precisamente porque no creemos en los mecanismos que nos permiten hacerlo.
En ese sentido, reitero que la participación ciudadana, a pesar de la desconfianza y de las pocas posibilidades reales que existen para formar parte de las decisiones de gobierno, son una de las maneras de tomar acción para beneficio social que no es lo mismo que ser activistas políticos.
