Los movimientos políticos populistas que se dicen ser de izquierda están ganando adeptos en América Latina, como lo indica la reciente elección presidencial en Colombia, donde el candidato izquierdista Gustavo Petro es el favorito de acuerdo a todas las encuestas para ser el ganador de la elección.
El descontento social se ha acentuado con el antipopular gobierno de Ivan Duque, la crisis económica agravada por la pandemia de Covid-19 y el incremento de la inseguridad son los factores que han inducido al electorado a una sed de cambio en países de la región.
Petro, de 62 años, exguerrillero y exalcalde Bogotá posiblemente será el próximo presidente de Colombia. Su paso por la guerrilla del M-19, luego como senador y Alcalde de Bogotá, la capital, han dado a Petro las herramientas necesarias para su carrera política.
Este es el tercer intento de que los izquierdistas colombianos disputan el poder, las dos anteriores fueron derrotados en 2010 y 2018, pero nunca como antes han estado tan cerca de llegar al poder.
Los especialistas hacen el simil con México, Andrés Manuel López Obrador tuvo que lanzarse tres veces hasta que las condiciones sociales, políticas y económicas estuvieron dadas para el cambio, lo que al parecer está sucediendo en Colombia.
Los reclamos sociales de los colombianos se centran en lo inequitativo que ha sido el desarrollo nacional en los últimos años, ya que solamente ha favorecido a los sectores de altos ingresos, dejando a los sectores pobres más rezagados, por lo que se plantea un cambio de modelo económico que atienda a esos sectores.
La primera vuelta ya fue ganada por él y en la segunda, su ventaja será mayor así que seguramente Petro será el primer presidente de izquierda en la historia colombiana, una sociedad tradicionalmente conservadora.
También en Chile, donde acaban de tener cambio de Presidente de la República, el izquierdista Gabriel Boric, de tan solo 36 años de edad, líder estudiantil, es quien encabeza los nuevos cambios que vive el país andino.
La propuesta de Boric, según sus propias palabras, nace de la lucha social. Además, explica que su eje programático está compuesto por la descentralización, el feminismo, la crisis climática y lo que él llama un sistema de trabajo digno.
El problema es que la nueva izquierda latinoamericana no aporta nuevos elementos para el desarrollo regional, regresa a medidas ya adoptadas y que demostraron su fracaso por la excesiva concentración del poder político y económico en el Estado, la falta de democracia y la violación sistemática de los derechos humanos, situaciones que en nada han mejorado el nivel de vida de sus poblaciones.
Los países que avanzan hacia ese camino de izquierda a la americana que se afianza en la región, tienen en común graves problemas como la pobreza, la ignorancia, la marginación y la descomposición social, ingredientes necesarios para que cualquier promesa de cambio, es la mejor opción.