CHILPANCINGO, EL PRINCIPIO DEL FIN
Lo que está sucediendo en Chilpancingo, Guerrero, donde se asoma una revuelta social, promovida y financiada por grupos criminales, habitantes de la población, calculados en más de tres mil, enfrentaron a funcionarios y a los cuerpos de seguridad, los desarman y los mantuvieron como rehenes.
En la misma capital del estado de Guerrero, Chilpancingo, donde hace unos días asesinaron a cuatro taxistas mientras la alcaldesa morenista Norma Otilia Hernández desayunaba con un líder criminal, está por estallar un grave problema social.
Y aunque los retenidos ya fueron liberados, la turba lleva varios días asolando la zona, bloqueando la Autopista del Sol de manera intermitente y exigiendo según ellos, freno a la violencia y mejores condiciones de vida, aunque en el fondo el reclamo demanda la liberación de Jesús Echeverría Peñafiel, alias “El Topo”.
Este personaje, cuya detención sería el origen de la ola de violencia que se vive desde hace días Chilpancingo, es considerado por la Fiscalía General de la República, como uno de los principales generadores de violencia en Guerrero.
De acuerdo con la FGR, “El Topo” se ostentaba como integrante de la Policía Comunitaria UPOEG, que señalan cómo brazo armado del grupo delictivo “Los Ardillos”.
Se sabe que este hombre es el jefe de plaza en diversas comunidades cuya ubicación, es la ruta utilizada para transportar y distribuir droga sintética, robo de autos y ganado.
Pero en Guerrero no solo existe ese grupo criminal, la Secretaría de la Defensa Nacional identificó a 16 organizaciones criminales con presencia en el estado, entre ellos, Los Ardillos, las cuales se disputan el control de la venta de droga, así como el cobro de piso, extorsiones y secuestro, provocando con esto el alza de homicidios.
De acuerdo con un informe de la institución, Guerrero es el principal productor de goma de opio aportando un 60 por ciento de la producción a nivel nacional, la cual es empleada para la producción de heroína y la droga conocida como “China White”, “convirtiéndolo en un botín” que se disputan las organizaciones delictivas tanto locales como nacionales que están distribuidas en las siete regiones que conforman la entidad.
Lo trágico es que los cárteles tienen control total de la población que los apoya incondicionalmente, el pueblo bueno y sabio está con ellos y ¿por qué esta con ellos?, porque reciben beneficios y protección, situaciones que no les ofrecen las autoridades municipales y estatales, mucho menos las federales.
La toma de rehenes y de la Autopista del Sol, así como el asalto a la Casa de Gobierno utilizando un vehículo blindado previamente arrebatado a elementos de la Guardia Nacional, es el preámbulo de una revuelta social, controlada y manipulada por los antisociales quienes cada día adhieren más territorios bajo su control.
No hay instrucciones de enfrentarlos, de combatirlos, la indicación es que, hay permitir a las turbas que tomen avenidas y autopistas y que disfracen sus violentas manifestaciones como demandas sociales, cuando en realidad buscan la liberación de presuntos criminales.
Así las cosas, Chilpancingo es una bomba de tiempo, es el principio del fin.
El escenario de Chilpancingo se repite cada vez con mayor frecuencia en entidades federativas como Chiapas, Hidalgo, Oaxaca, Michoacán, Sinaloa, Veracruz y Tamaulipas, entre otras.
Todo pareciera indicar que México tendrá un sangriento proceso electoral y que será el narco quien gane nuevamente la elección.