El cinismo gubernamental en éste país ha llegado a tal grado que ya se ha hecho una costumbre; y como no sería así, tenemos un Presidente que admite que violó la ley y que con un “usted perdone” queda absuelto de su yerro.
En abierta violación a la autonomía del Banco de México, el presidente López Obrador adelantó la noticia de que BANXICO incrementaría la tasa de interés del 6 al 6.5 por ciento.
El anuncio debió haber sido hecho por la gobernadora de la institución Victoria Rodríguez Ceja, quien lo haría público al dar a conocer la política monetaria del banco central. A la gobernadora no le quedó otra que reír, con esa sonrisa que uno sabe qué está pensando.
Dijo que el albazo del presidente no ponía en peligro la autonomía del Banco de México, declaración que no convenció a nadie por lo que el Senado de la República la citó a comparecer sobre el asunto la semana entrante.
Resulta imperdonable, quien debiera poner el ejemplo con su conducta por su embestidura, se comporte como un vulgar transgresor de la ley. No importa el tamaño de la violación, sino el efecto que pudo haber ocasionado su indiscreción.
Adelantos como esos, provocan intranquilidad en los mercados financieros, posible salida de capitales y vulnera la autonomía que del Banco de México, cuya finalidad es mantener una inflación baja y estable.
El presidente tuvo que pedir una disculpa pública por el penoso y delicado incidente y revelar que fue el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O quien le informó sobre el incremento que anunciaría BANXICO, de quien por cierto la oposición ya pide su renuncia.
Pero López Obrador no pudo esperar, ante la caída de su popularidad y de su protagonismo enfermizo y delirio protagónico, busca que todos los reflectores apunten hacia él, solo a él, lo que reafirma su vocación autoritaria.
Sus decisiones demuestran que son tomadas en momentos de arrebato sin pensar siquiera en sus consecuencias, su ego lo hizo tropezar de nuevo y violentar la ley del banco central, delito que quedará posiblemente en un simple extrañamiento.
Es un hecho que en éste gobierno hipócrita donde se solapa las violaciones a la ley por parte de los altos funcionarios federales y de gente cercana al presidente, no habrá castigo contra ellos, pese a que sus cochinadas ya son del dominio público.
Lo que si queda claro es que el cinismo en México tiene nombre y apellido.