En medio de la profunda crisis política que vive el Movimiento de Regeneración Nacional MORENA en Michoacán, el gobernador y líder moral de esa agrupación, se reunió con parte de su estructura política para pedirles que sigan trabajando para impulsar el proyecto político de la 4T.
Según boletín de la Coordinación de Comunicación Social del Gobierno estatal difundido el mismo día, Ramírez Bedolla pidió a sus presidentes municipales, diputados locales y federales trabajar por el bienestar de quienes más no necesitan y velar por los intereses nacionales.
El boletín de prensa, señala que la presidenta del Comité Estatal de Morena Giulianna Bugarinni, encabezó el evento con el mandatario y en su intervención dijo que “en conjunto con el gobernador se trabaja para que en Michoacán se logre una gran revolución de las consciencias”.
En éste contexto, entendemos entonces que para el Gobernador Ramírez Bedolla, Bugarinni es la dirigente estatal de Morena; sin embargo, la militancia se encuentra dividida, porque un gran sector apoya a Ana Lilia Guillén.
La exdiputada local y federal ha declarado que pretende regresar la institucionalidad a Morena en Michoacán, a través de los órganos colegiados de su partido.
Además, acusa al dirigente nacional Mario Delgado de promover la desorganización del partido en la entidad, al nombrar de manera cupular a la delegada, que ahora se siente dirigente y que ni siquiera está afiliada a Morena.
La originaria de Ixtlán de los Hervores declaró que Mario Delgado busca manipular a la militancia para continuar nombrando delegados estatales a discreción y conveniencia.
La disputa por la dirigencia de Morena en Michoacán empezó el 3 de abril, cuando una facción del Consejo Político Estatal nombró a Ana Lilia Guillén como la nueva dirigente, lo que implica la deposición de la delegada en funciones de presidenta, Giulianna Bugarini.
Por su parte, Bugrinni asegura que esa sesión fue ilegal, por lo que afirma que sigue siendo la lideresa, y a su respaldo a salido Mario Delgado Carrillo y respaldado por el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla.
En el pleito por la dirigencia estatal de Morena será el Instituto Nacional Electoral (INE) el que tenga la última palabra, pues como instancia reguladora de los partidos políticos deberá reconocer o no la legalidad de aquella sesión del 3 de abril.
Aunque asegura que no hay posibilidad legal que pueda intentar argumentarse para invalidar la sesión del Consejo Político Estatal del 3 de abril, Ana Lilia Guillén ha advertido que en caso de no ser favorecida acudiría a los tribunales y que, si no obtiene un fallo a su favor, quedarán en entredicho la legalidad y democracia al interior de Morena.
Ante esta confusa situación, miles de militantes morenistas están a la deriva en Michoacán, muchos de ellos decepcionados de las acciones del actual gobernador y muchos más por las de López Obrador.
Por eso no resulta extraño que durante la pasada consulta ciudadana de revocación de mandato, Michoacán no haya contribuido en casi nada al apoyo presidencial, es más no llegó ni a la madia nacional.
Su participación fue tan baja que inclusive entidades federativas gobernadas por la oposición, contribuyeron en mayor número a la no revocación del mandato.
Lo anterior solo refleja primero; la desatención y falta de operación política con los liderazgos naturales por parte del líder moral en el estado, y por otra, la clara y decidida intervención externa de Mario Delgado y su tribu, en asuntos que solo debía competer a los morenistas michoacanos.
Lejos, muy lejos están las autoridades morenistas de Michoacán, de preparar cuadros y recuperar simpatías para el proceso electoral del 2024, porque todo indica que Morena no tendrá el mismo apoyo que en el proceso del 2018 y ahí, para López Obrador sólo habrá un responsable.