El nuevo frente que ha abierto el Presidente Andrés Manuel López Obrador contra integrantes de la Iglesia Católica, puede costarle muy caro a su partido MORENA rumbo a la sucesión presidencial del 2024; resulta que los religiosos han criticado la política de seguridad del Presidente por no combatir a los grupos criminales que tienen azolado al país.
Y ellos no son la excepción; el sacerdote jesuita Javier “Pato” Ávila, en su mensaje durante el funeral de los sacerdotes Joaquín Mora y Javier Campos dijo que “los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, y pidió al Presidente revisar su proyecto de seguridad.
Por su parte, el Cardenal de Guadalajara Francisco Robles Ortega, reveló que hay temor de los sacerdotes luego de los hechos ocurridos en Chihuahua, y que en parroquias de Jalisco, para celebrar la fe del pueblo, los sacerdotes deben reportarse con el jefe de la plaza del grupo criminal y aportar el 50 por ciento de lo recaudado.
Mientras tanto, el vocero de la Arquidiócesis de Guadalajara, Antonio Gutiérrez, confirmo lo que dijo el Cardenal, “ni las parroquias se salvan del cobro de piso por parte de la delincuencia organizada”. Señaló que algunos templos de esa entidad pagan al crimen para no exponerse.
Ante estas denuncias, el Presidente López Obrador respondió llamándolos hipócritas, como buen autócrata, no acepta recomendaciones y por supuesto, menos críticas.
Hoy desde su púlpito presidencial les contestó, cuestionó la hipocresía que, aseguró, existe en la Iglesia Católica, preguntó por qué los religiosos se quedaron callados en sexenios pasados cuando se puso en marcha la práctica de `mátalos en caliente´ y preguntó “¿por qué esa hipocresía?”
Con esa respuesta el líder de la cuarta transformación lo único que ha logrado es abrir más la brecha entre el gobierno y grupos de la sociedad que son actores importantísimos en la vida del 77.7 por ciento de los mexicanos, es decir, 97.8 millones son católicos.
Pero nadie escapa del regaño presidencial, de la crítica, del insulto, de la denostación cuando algo es diferente a su forma de pensar, lo que sí es un hecho es que esos 97.8 millones de mexicanos pueden revertir las simpatías de las que ahora goza el caudillo tabasqueño.