En un proceso atípico, plagado de irregularidades y descaradas violaciones a la ley electoral por parte del Presidente y sus secuaces de Morena, concluyó sin incidentes la consulta de Revocación de Mandato, para el pueblo el ganador fue López Obrador, pero en la realidad fue una dolorosa derrota para su proyecto de la Cuarta Trasformación.
A mediados de su mandato, su popularidad se redujo a la mitad, no por la cantidad de votos recibidos sino por el poco interés que la ciudadanía mostró al no acudir como se esperaba a ratificar su mandato, cuestión que finalmente sucedió pero con menos de 16 millones de votantes, la mitad de los que le dieron el triunfo en el 2018.
Analizando la consulta ciudadana desde otra perspectiva, su propósito no solo fue para consolidar la popularidad presidencial ni satisfacer el egocentrismo del tabasqueño; el proceso fue un ensayo, el simulacro de lo que sucederá en la elección presidencial de 2024.
Los constantes ataques al INE y sus Consejeros, las repetidas y descaradas violaciones a la ley por parte del propio presidente, secretarios, gobernadores, alcaldes y representantes populares de Morena, convirtieron lo que pudo ser un verdadero ejercicio democrático participativo, en un cochinero electorero que reveló su verdaderas intenciones para perpetuarse en el poder.
Esta consulta nos hizo pensar en el pasado, cuando el estado totalitario organizaba los procesos, los ejecutaba y calificaba, y cuando no existía una institución independiente como el INE para organizar las elecciones mediante la participación ciudadana.
Hoy, pese al resultado favorable para López Obrador quien continuará en el poder hasta septiembre de 2024, revela cuál será su comportamiento antes, durante y después del proceso presidencial del 2024.
Antes: habrá que seguir minando la credibilidad del órgano electoral, descalificándolo y si es posible sustituirlo por otro, uno a modo, como le gusta al presidente; durante el proceso, habrá que mantener el desprecio total a la legalidad, continuar con el despilfarro de recursos públicos y asegurar una elección de Estado.
Para ello, seguirá exhibiendo a las Instituciones Electorales como inoperantes, parciales y enemigas de la 4T pero a la vista de todos, hay preocupación por que el país no marcha bien.
La inseguridad y la violencia, la inflación y la brecha social entre pobres y ricos se ha profundizado, no vemos que haya menos pobres porque, lo que si vemos es que Morena trabaja solo para su intereses políticos y para poder mantenerse en el poder.
Porque hay que reconocer que en este proceso los morenistas sacaron el cobre, volvieron a su origen y a utilizar las viejas prácticas del acarreo, compra de votos, robo y relleno de urnas y lo peor, la utilización y dispendio de recursos públicos usándolos como fondo de campaña para promover al presidente.
En suma, el proceso estuvo lleno de irregularidades, algunas tan graves que podrían anularlo, sin embargo, vemos difícil que el INE tome esa determinación, pues lo haría más vulnerable a los ataques de los que ostentan el poder público.
No hay duda que el sustento popular con que cuenta el López Obrador seguirá siendo elevado mientras continúe repartiendo recursos, es bueno que lo haga entre las personas que más lo necesitan, pero que malo que sus allegados, familiares y funcionarios consentidos se aprovechen de las bondades de sus programas y de ser cercanos al Presidente.