Alianzas, escenarios que se vislumbran de cara a próximos comicios, por una parte el triunfalismo o el pesimismo ante una actualidad difícil en la que prevalece la inseguridad, las descalificaciones y una polarización que no concluye. Crisis de partidos que va de la mano de la debacle ideológica que merma la identidad de las organizaciones políticas, proclives a experimentar ensayos de coaliciones que se sustentan en la competición electoral a corto plazo sin que ello arroje luz en torno a un proyecto de gobierno sustentable.
El tema de la cultura es un asunto menor para los partidos políticos, no hay propuestas ni políticas públicas porque no esprioridad aunque probado está que las artes son elementos fundamentales para una mejor convivencia social como lo ilustra la historia.
México tiene hondas raíces culturales, tradiciones que vertebran una indiscutible identidad que forman parte de nuestro patrimonio a través de los tiempos, ello marca todo un simbolismo que da cuenta de manera detallada de lo que somos. Bien vale la pena volver a leer El laberinto de la soledad de Octavio Paz, el ensayo antropológico acerca de nuestro país y su gran carga cultural investida de símbolos para detallar qué somos desde la perspectiva acreditada del Nobel mexicano.
Estamos a pocos días de celebrar el Día de Muertos de una evidente raigambre popular, no ocupamos la importación ni aleación de otros ejercicios ajenos, acá tenemos elementos, leyendas, rituales y múltiples estampas coloridas para celebrar fechas tatuadas en el imaginario colectivo.
Michoacán tiene mucho que ofrecer respecto al Día de Muertos porque a zona Lacustre y la Meseta Purépecha son dos territorios que tienen una cosmogonía singular para recibir a las ánimas que regresan con los seres queridos.
En los últimos años se han vigorizado nuestras tradiciones como la descrita, ello es elocuente, los altares con los elementos del hombre, las ofrendas, catrinas, calaveritas; todo ello refleja que nuestra identidad está presente, vigorizada.
En los últimos tiempos los actores políticos no dedican, casi nunca, espacios para la cultura, discutirla, establecer nuevos diseños institucionales, no lo hacen porque sus agendas parecen estar enfocadas únicamente en la próxima elección, la diatriba y descalificación tienen un papel preponderante. Las estrategias consisten en procurar y delinear alianzas con quien sea para ganar al ritmo que fuese, más de lo mismo, un ejercicio repetitivo que carece de novedad y frescura.
Los debates en las cámaras parecen extraídos de un pleito de callejón en donde la acumulación de exabruptos son sintomáticos de una precaria calidad retórica, asistimos a ejercicios de vulgarización antagónicos a la auténtica política.
Aún falta tiempo para definir quiénes habrán de ser los próximos abanderados para buscar la primera magistratura del país, mientras habremos de escuchar más denostaciones que pueden sepultar las verdaderas propuestas o verdaderos proyectos de país.
Insistimos, ya es hora que los aspirantes a cargos de elección popular aborden el tema del arte y la cultura porque debe ser atendido como una auténtica prioridad del estado y no como relleno ni tangencialmente, es decir no debe verse como una ocurrencia. Espero no posterguen el tratamiento del tema.
